Por Miguel Oniel Díaz
Hace apenas unas semanas celebrábamos el Día Internacional de la Mujer. Con imágenes de Piolín en whatsapp, discursos cursis y muchos arreglos florales alabábamos a las costillas de Adán y el ser mas hermoso y frágil que hizo Dios, como si la vida de las féminas en este país fuera un jardín de flores. Unos cuantos días después el país ha seguido el mismo rumbo, las mujeres siguen en el mismo rincón mientras nuevas noticias de sangre nos recuerdan dónde es que estamos parados.
Por ejemplo, el día 6 de marzo fue encontrado en Santo Domingo Este el cuerpo sin vida de la niña Vianela Reynosa Amparo, de 13 años de edad. Su cadáver, envuelto en una sábana y cubierto con cinta adhesiva, presentaba signos de violación sexual y tenía un agujero en la cabeza. El día siguiente en ese mismo municipio brigadas recolectoras de basura encontraron el cuerpo de Kary Katherine Henríquez, de 23 años. También presentaba signos de violación; además, tenía el rostro desfigurado. Pero antes que ella: Loraine de los Santos, de 17 años fue encontrada en circunstancias similares. Son tan sólo tres de los rostros de las tantas cifras cuyas vidas han sido (y son) segadas en la forma más asquerosa y vil que tiene la violencia: el feminicidio.
Según el informe del Observatorio de la Seguridad Ciudadana para Enero-Marzo de 2016, sólo en la Policía Nacional se registraron en 3 meses 13,450 denuncias por violencia intrafamiliar, 2,030 por delitos sexuales y 1633 por violencia de género. Si se hiciera ese informe ni Vianela, Katherine o Loraine tendrían ”la suerte” de contar su historia, pues los muertos no hablan.
Creemos el discurso de que ha sido mucho el avance por las cuotas de ministras dirigiendo, diputadas y senadoras en el congreso y otras tantas profesionales en puestos importantes, sin embargo estas ”cuotas” no compensan las estadísticas de las otras tantas mujeres maltratadas y muertas, sin voz ni voto. Entendamos que la violencia trasciende las cifras, es un cáncer que a pesar de las tantas quimios sigue haciendo metástasis.
Entendamos que la violencia trasciende las cifras, es un cáncer que a pesar de las tantas quimios sigue haciendo metástasis.
Los censos suelen contar las muertas y violadas, ¿pero que hay de las que a diario son acosadas mientras regresan de su trabajo?, ¿o las que como Jaqueline de la Cruz, de 35 años, mueren siendo víctimas de asaltos violentos?. Este último caso por si solo confirma que si caminar de noche y en solitario en República Dominicana es un peligro, que una mujer lo haga a la misma hora es crónica de una muerte anunciada.
«Este último caso por si solo confirma que si caminar de noche y en solitario en República Dominicana es un peligro, que una mujer lo haga a la misma hora es crónica de una muerte anunciada»
«Ser mujer en República Dominicana es un peligro» es el mensaje que estamos enviando a nuestras niñas, y esa premisa toma fuerza con las decenas de feminicidios que presenciamos silentes cada mes. Que cada vez existan más mecanismos para denunciar la violencia es bueno, pero también es un indicador de que la violencia es un mal que persiste y se resiste a desaparecer.
El 8 de marzo no era un día para celebrar.