Rusia se apresuró el miércoles a defender al régimen de Bashar al Asad tras la muerte de 72 civiles, entre ellos muchos niños, en un supuesto ataque químico en una ciudad del noroeste de Siria que ha provocado indignación en la comunidad internacional.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá de urgencia el miércoles para examinar las circunstancias de este episodio, que podría convertirse en el segundo “ataque químico” más mortífero desde el inicio del conflicto.
“Todas las pruebas que he visto sugieren que fue el régimen de Al Asad… usando armas ilegales contra su propio pueblo”, afirmó el secretario de Exteriores británico Boris Johnson a su llegada a una conferencia de dos días sobre Siria en Bruselas.
Por su parte, Rusia afirmó, aludiendo a informaciones “enteramente fiables y objetivas”, que la aviación siria había bombardeado un “almacén” de rebeldes donde había “sustancias tóxicas”. Según su tesis, al explotar el depósito, estas se habrían diseminado en la zona.
Estados Unidos, Francia y el Reino Unido presentaron el martes un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad condenando el ataque y llamando a una investigación completa y rápida de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OIAC).
El texto también urge al régimen, que desmiente “categóricamente” las acusaciones, a que muestre los planes de vuelo y toda la información de las operaciones militares en el momento del ataque. Por último, amenaza con imponer sanciones en virtud del capítulo 7 de la carta de Naciones Unidas.
‘Muertos en sus camas’
El balance del ataque “inhumano”, de una “crueldad sin equivalente” y un “crimen de guerra”, en palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, se elevaba el miércoles a 72 civiles muertos, entre ellos 20 niños, y más de 160 heridos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Aunque “el número aún podría aumentar porque hay personas desaparecidas”, advirtió la oenegé.
Las víctimas empezaron a sufrir convulsiones cuando se encontraban en sus casas o en la calle en el momento del bombardeo, ocurrido el martes hacia las 07:00 (01:00 de Chile) en Jan Sheijun, pequeña localidad de la provincia rebelde de Idlib, en el noroeste del país.
“Corrimos dentro de las casas y vimos familias enteras muertas en sus camas”, dijo a la AFP un habitante, Abu Mustafá. También “niños, mujeres, personas mayores, muertas en las calles”.
Según los médicos en el terreno, los síntomas de los pacientes son similares a los constatados en víctimas de un ataque químico: pupilas dilatadas, convulsiones y espuma saliendo de la boca.
Tras el bombardeo, el hospital que atendía a las víctimas fue bombardeado el martes en dos ocasiones, provocando importantes daños y la huida precipitada del personal sanitario, según constató una corresponsal de la AFP.
El OSDH informó de que el miércoles por la mañana aviones de combate habían efectuado “al menos cinco nuevos ataques en la ciudad”.
Negociaciones de paz en entredicho
La exfilial de Al Qaida y grupos rebeldes que controlan la zona prometieron vengar a las decenas de víctimas del ataque.
Lo ocurrido amenaza con fragilizar aún más la tregua en vigor en Siria desde el 30 de diciembre de 2016, que ya es violada cotidianamente por los bombardeos del régimen en varios bastiones rebeldes y combates entre los insurgentes.
La oposición siria ha advertido que el ataque ponen en entredicho las negociaciones de paz auspiciadas por la ONU en Ginebra, que de momento no han dado frutos.
“Si la ONU es incapaz de impedir que el régimen cometa tales crímenes, ¿como va a conseguir un proceso político de cara a una transición (en Siria)?“, dijo a la Agence France-Presse Mohamad Sabra, negociador jefe de la oposición.
En ese contexto, la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini reclamó un “fuerte esfuerzo” en favor de las conversaciones de paz” y “aunar a la comunidad internacional en las negociaciones”.
La Casa Blanca, por su parte, endureció el tono contra Al Asad, pero la condena fue acompañada una vez más de un llamamiento a reconocer la “realidad política” en Siria, donde seis años de guerra han dejado más de 320.000 muertos.
AFP