“Eres el niño más inteligente”, “el entrenador debería sacarte siempre porque eres el mejor”, “eres la princesa más preciosa”… En un momento en el que los expertos nos recomiendan resaltar lo bueno que hacen nuestros hijos, evitando posibles problemas de autoestima, ¿nos estamos pasando con los elogios? Un reciente estudio advierte de los riesgos de sobrevalorar a los niños, ya que se relaciona con el narcisismo, un comportamiento cada vez más común en el mundo occidental que puede conducir a la violencia y a la agresión. Esta conducta, que no ha sido muy estudiada, puede tener efectos negativos no solo hacia los demás, sino también con uno mismo.
Dice la mitología que cuando Narciso se negó a aceptar el amor de una ninfa y esta se escondió en una cueva donde se consumió hasta que solo quedó su voz, para castigarlo por su rechazo, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse, acabó arrojándose a las aguas, un desenlace que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso. El narcisismo, término que tiene su origen en esta leyenda, es la admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades.
¿Cuándo aparece el narcisismo? ¿Cómo aprendemos esta conducta? Estas son las preguntas que se hicieron expertos en Estados Unidos. Un reciente estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, se ha convertido en el primero que se hace con evidencia longitudinal -en el tiempo- sobre los orígenes de esta conducta. Los investigadores aseguran que “el inicio del narcisismo es social y que se debe, sobre todo, a la sobrevaloración paterna y no a la falta de cariño». «Y podemos ir más allá, parece ser más frecuente en los pequeños que interiorizan la valoración inflada sobre ellos que tienen o hacen sus progenitores”, explican los autores. Mientras que la autoestima, “según las mismas conclusiones, está definida por el cariño y no por la sobrevaloración”, apuntan.
El estudio comenzó en la década de los noventa del siglo XX, y consistió en comparar la visión social frente a la psicoanalítica del concepto y origen del narcisismo en niños de entre siete y 12 años, “que es cuando aparecen las primeras trazas de este comportamiento”, puntualizan los expertos. La muestra, procedente de Holanda, fue de 565 menores que junto a sus familias fueron evaluados sobre distintos comportamientos como el narcisismo, la alta autoestima, la sobrevaloración de los padres y el cariño paternal.
“Se recomienda hacer intervenciones a este respecto con los padres con el fin de enseñarles cómo expresar afecto y aprecio hacia sus hijos sin la necesidad de decirles que son superiores a otros o que tienen derecho a ciertos privilegios”, prosiguen los autores. “Nuestras conclusiones también revelan que existen experiencias tempranas de socialización que cultivan el narcisismo y pueden ser útiles como información en tratamientos dirigidos a reducir el desarrollo narcisista en edades tempranas”.
El peligro de sobrevalorar a nuestros hijos
«Todos los padres creemos que, de alguna manera, nuestros hijos son especiales y lo son, para nosotros así es. Sin embargo, saber y sentir eso no es lo mismo que comunicarles de forma poco realista lo superiores que nos parecen que son», explica Olga Carmona, experta en Psicoterapia Breve y en Psicopatología de la Infancia y la Adolescencia, por correo electrónico.
Según la psicóloga, cuando sobrevaloramos a nuestros hijos, estamos haciéndoles un muy flaco favor. «Por un lado estamos generando una falsa autoestima, dependiente en extremo del reconocimiento externo, y, por otro lado, les estamos transmitiendo, con la mejor de las intenciones, que encajen en una determinada imagen, la que han interiorizado que tenemos de ellos. Si mi padre y mi madre me celebran constantemente lo inteligente que soy, lo que el niño interioriza es que para mis figuras de apego y referencia, la inteligencia es un gran valor y que su cariño hacia mí dependerá de que yo sea eso que para ellos es tan importante. Este sería el efecto secundario, un servilismo inconsciente hacia una determinada imagen».
Además, o sobre todo, lo que provoca la sobrevaloración es la construcción de una frágil autoestima que no se basa en la verdadera capacidad, sino en lo que los demás opinan sobre ella. «Esto es garantía de dependencia a un reconocimiento externo probablemente de por vida», añade Carmona.
«Al final, alguien narcisista es sobre todo alguien profundamente inseguro que ha hecho, del presunto amor a sí mismo, una bandera que mostrar a los demás, ya que en su interior todo eso se tambalea. Lo que es sólido por sí mismo no necesita refuerzos externos ni hacer apología de su fortaleza», termina la experta.
Puntos claves para no convertir a tu hijo en un narcisista
Según los autores del estudio de Colorado, los padres deben tener claro los siguientes puntos:
- Los hijos siempre creen lo que sus padres les dicen como, por ejemplo, cuando les comunican que son más especiales que otros niños.
- Es importante expresar cariño a tus hijos todo lo que puedas, «esto mejorará su autoestima, pero sin pasarse».
- La sobrevaloración va muchas veces dirigida a fomentar y valorar el conocimiento de los hijos en muchos temas, incluso en aquellos que desconocen.
- La sobrevaloración de los niños no es la única causa del narcisismo, también hay factores genéticos y otros factores ambientales.
- Algunos niños pueden ser más propensos que otros a ser narcisistas cuando sus padres los sobrevaloran.
Fuente: ElPais