La cifra de víctimas por los temporales registrados en Perú desde inicios de año subió a 107 personas muertas y más de un millón de afectados, entre ellos 171.322 que perdieron todas sus pertenencias, según un nuevo reporte de las autoridades.
El Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) actualizó el sábado sus informes semanales con cifras al alza de las víctimas del fenómeno climático «El Niño Costero», caracterizado por fuertes lluvias, inundaciones y avalanchas de lodo sobre poblaciones.
El reporte cifró en 1.010.208 el número de personas que sufrieron algún tipo de afectación.
Hace 10 días el número de fallecidos era de 106, mientras que había 155.161 damnificados -que lo han perdido todo- y 955.552 afectados -con daños parciales o menores a sus propiedades-, según la misma entidad oficial.
El último reporte indicó, además, que suman 221.761 las viviendas dañadas, diez mil más que diez días atrás. Para paliar esa pérdida, el gobierno anunció el fin de semana un plan que prevé inicialmente entregar 12.000 viviendas.
Aunque las lluvias están terminando en Perú, se esperan precipitaciones de moderadas a intensas en el norte del país entre el 17 y 19 de abril, según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi).
La ayuda humanitaria seguía llegando el fin de semana a puertos del norte de Perú. Un barco de la marina peruana con más de 320 toneladas partió desde el Callao en su tercer viaje de apoyo con destino al puerto de Paita, en la región Piura, una de las más afectadas por las riadas.
Las autoridades peruanas pusieron en marcha un plan de emergencia para evitar la propagación de enfermedades como dengue, zika, chicunguña, leptospirosis y cólera, que incluye fumigaciones en zonas del norte, así como la instalación de pozos sépticos, ante el colapso de los servicios higiénicos.
El lodo estancado es caldo de cultivo para el mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, de chicunguña y zika, advirtió el ministerio de Salud.
En Lima, con nueve millones de habitantes, la normalidad volvió luego que en marzo la capital quedó privada de agua potable cinco días por las avalanchas de lodo que enturbiaron el río Rímac, principal abastecedor de agua de la ciudadad