Maria Rita tuvo que cargar con su apellido, Logiudice, durante los 24 años que vivió. Es el título de una famosa familia mafiosa de la ‘Ndrangheta que todos conocen en la región de Reggio Calabria por varios casos de asesinatos, venganzas, extorsiones, robos y otros actos criminales. Su padre, Giovanni, está en la cárcel y sus tíos, Luciano y Nino, y varios de sus primos también tienen causas pendientes.
El peso de ese apellido es el que, según apunta la investigación, llevó a la joven a suicidarse el domingo pasado. Antes de celebrar su fiesta de graduación por haber terminado la carrera de Economía en la Università degli Studi Mediterranea de Reggio Calabria, confesó tanto a su novio como a sus amigos quién era su padre. A la fiesta no acudió nadie y Maria Rita se tiró por el balcón de su casa, sin dejar ningún mensaje de despedida.
La noticia ha conmocionado Italia porque es un ejemplo de una joven que quiso encontrar en los estudios una vía de escape para alejarse de los crímenes de su familia e huir de la ‘Ndrangheta. Obtuvo siempre buenas notas y participó en viajes de estudios a Fráncfort y a Bruselas para visitar el Banco Central Europeo y la Comisión Europea con la intención de salir de su región, pero el rechazo social fue más fuerte que todo ello.
El fiscal jefe de Reggio Calabria, Federico Cafiero de Raho, afirmó que “el aislamiento, la marginación y la exclusión llevaron a quitarse la vida” a la joven. “Esto debe tocar la conciencia de todos. Si hay una chica que se ha labrado un camino en la vida académica con su propia honestidad, ha conseguido graduarse como instrumento para alejarse de la familia mafiosa de la que forma parte y no somos capaces de integrarla, hemos perdido todos”, añadió el magistrado.
Para de Raho, la muerte de la estudiante “es un hecho gravísimo del que todos somos responsables. Hemos perdido a una joven que estaba intentando tomar un camino diferente, no hemos tenido la sensibilidad de comprender que hay cambios en los que todos debemos participar”.
Angela Corica, periodista de Il Fatto Quotidianoespecializada en mafia, procedente de la misma región que Maria Rita Logiudice y víctima también de los grupos criminales —que la han amenazado y agredido por contar sus delitos— cree que este cambio del que habla el fiscal “todavía no es posible”. Opina que “el papel de las víctimas aparece siempre muy lejano” y recuerda que, en este caso, no se han sabido interpretar los mensajes de la víctima, las ganas de huir de un mundo al que no pertenece. Corica llama a preguntarse cuánto puede atormentar un apellido como Logiudice a una chica que sueña con un futuro lejano del dolor y la muerte, de la cárcel y de la ley del silencio.
Fuente: Internacional.elpais.com