La cadena estadounidense Blockbuster tuvo un éxito arrollador en los ’90 y principios del 2000. En ese tiempo, llegaron a tener tiendas en muchos países del mundo, incluido Chile, en las cuales miles de clientes arrendaban VHS y DVDs para ver películas en sus hogares.
No obstante, pasado el 2000 se volvieron más masivos los computadores y se facilitó la copia ilegal de películas. Asimismo, surgió la difusión de contenido por internet, de la mano de empresas como Netflix, que permitían ver filmes desde la casa en cualquier momento y por un bajísimo precio.
Todo esto sentenció al negocio y lo hizo quebrar.
A fines de 2013, la empresa anunció que cerraría todas sus tiendas en Estados Unidos, y algo similar ocurrió con los locales en otras partes del mundo.
Por lo mismo es que ahora muchos se han sorprendido al enterarse de que eso no era del todo verdad: aún quedan 12 tiendas de la cadena en Estados Unidos.
De esas, 9 se ubican en Alaska, el área de Estados Unidos que queda más cercana al Ártico. Las otras tres tiendas están en Texas, pero allí pasan más bien desapercibidas.
La gracia de los locales en Alaska es que son los únicos en el mundo donde Blockbuster aún le gana por lejos al streaming, es decir, a la difusión de películas y series de televisión por internet.
Así lo reveló un reportaje realizado por el canal de televisión estadounidense CBS News, donde entrevistaron a Alan Payne, el dueño de las nuevas sucursales en Alaska.
¿Y a qué se debe este éxito? Según contó Payne, la razón es que en Alaska el internet es excesivamente caro y se cobra por la cantidad que se utiliza. Por lo tanto, sale muy costoso ver películas por internet o descargarlas en el computador.
En ese caso, sale mucho más barato arrendar un DVD o Blu-ray en Blockbuster.
Pero no es sólo eso. Kevin Daymude, administrador de la tienda en la ciudad de Anchorage, agrega que a los clientes también les gusta ir a Blockbuster por la experiencia, pues permite conversar sobre los filmes con otros consumidores y funcionarios, y así interactúan con personas “reales” en lugar de sólo hablar con una pantalla de computador.
“No hay comparación entre la experiencia de buscar una película en una pantalla versus venir aquí y mirar al menos 10 mil títulos”, relata.
AFP