Por Cándida Figuereo

La secuela de las últimas inundaciones que aún tienen en vilo a no pocas personas, sirve de ejemplo vivo de la solidaridad que caracteriza al pueblo dominicano.



Abundan los que ayudan con lo poco que tienen a su disposición o simplemente dando una palmada en interés de llevar alivio hasta tanto el Estado busca la forma de auxiliar tras lo que la lluvia y el viento se llevaron.



Dos mil 605 personas se vieron forzadas a salir de sus hogares para refugiarse en casas de familiares o lugares de mayor protección, en tanto 25 provincias estuvieron en alerta por las inundaciones, momento en que el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) hizo un trabajo encomiable.

El COE hizo alusión a 521 viviendas afectadas, sin pasar por alto que 25 de las 32 provincias estaban en alerta por las inundaciones. Así las provincias María Trinidad Sánchez, Duarte y Sánchez Ramírez, principalmente la zona baja del Yuna, estuvieron en alerta roja.

En fin, la rápida actuación evitó problemas mayores en lo que tiene que ver especialmente con la reserva humana. Y es que las viviendas y los tiestos se reparan, se fabrican o compran de nuevo, no así la vida.

Cuando la inclemencia del tiempo hace de las suyas, nos damos cuenta cuán vulnerable somos. Esto debe llevar a pensar sobre la importancia de la solidaridad. Nos vamos tal como vinimos al mundo: Sin nada.

Los aprestos para ayudar a esas familias son importantes, a pesar de que se tomará su tiempo conforme al daño y circunstancia particular en cada caso. La máxima autoridad del Estado dominicano estuvo observando los acontecimientos, a los fines de las ayudas en los casos pertinentes.