Los linfocitos T son las células inmunes que forman la primera línea de defensa del organismo frente a los ‘cuerpos extraños’, ya sea una célula cancerígena o un patógeno como una bacteria o un virus.
Tal es así que las inmunoterapias, o lo que es lo mismo, los nuevos tratamientos para potenciar el sistema inmunitario, tienen por objetivo fortalecer la actividad de estos linfocitos T. Sin embargo, las inmunoterapias no siempre son efectivas frente al cáncer, pues las células tumorales se ‘esconden’ y eluden la acción de los linfocitos T y, por ende, de todo el sistema inmune.
De ahí la importancia de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston (EE.UU.), en el que se describe el mecanismo que se encuentra detrás de la ‘ocultación’ de los tumores.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Science Immunology», muestra que las plaquetas ayudan a las células cancerígenas a esconderse del sistema inmune al bloquear la actividad de los linfocitos T. Y lo que es más importante, demuestra cómo una nueva inmunoterapia resulta mucho más efectiva frente al cáncer –melanoma– cuando se administra en combinación con un antiagregante plaquetario –caso de la consabida aspirina.
Como explica Zihai Li, director de la investigación, «en los últimos años se ha observado que las plaquetas hacen mucho más que participar en la coagulación. Así, estamos muy emocionados con los resultados. Podemos probar agentes antiplaquetarios sencillos que se encuentran en cualquier farmacia para mejorar significativamente la acción del sistema inmune y marcar la diferencia a la hora de tratar a los pacientes con cáncer».
La culpa es de las plaquetas
Distintos estudios han sugerido que las plaquetas pueden ‘colaborar’ en la progresión del cáncer. Por ejemplo, se sabe que los pacientes oncológicos con una capacidad excesiva de coagulación asociada al tumor tienen un peor pronóstico. Y a ello se aúna, como muestra la nueva investigación, que el desarrollo del cáncer –en este caso, del melanoma– es mucho más lento y los linfocitos T son mucho más activos en los modelos animales –ratones– que han sido manipulados genéticamente para producir unas plaquetas defectuosas.
Pero, ¿qué hacen exactamente las plaquetas para ayudar al cáncer a ocultarse del sistema inmune y, así, ‘traicionar’ a su propio organismo? Pues, simple y llanamente, liberan una molécula denominada ‘factor de crecimiento transformante beta’ (TGF-beta) que suprime la actividad de los linfocitos T.
De hecho, hace décadas que se sabe que TGF-beta juega un papel fundamental en el crecimiento de los tumores. Sin embargo, la mayoría de TGF-beta circulante es inactivo. Pero las plaquetas tienen una proteína en su superficie que, llamada ‘GARP’, captura este TGF-beta y lo activa. El resultado es que las plaquetas se convierten en la principal fuente de TGF-beta activado que utilizan las células cancerígenas para bloquear la actividad de los linfocitos T.
En el estudio, los autores evaluaron la eficacia de la ‘transferencia adoptiva de linfocitos T’ –o ‘terapia con células anticancerígenas T’ (T CAR)– en ratones con melanoma o cáncer colorrectal. Concretamente, la T CAR es una inmunoterapia experimental para el cáncer en la que se extraen linfocitos T del propio paciente, se exponen a las células malignas para que aprendan a identificarlas, se cultivan en el laboratorio y, una vez alcanzan un número considerable, se vuelven a introducir –o según la terminología científica, ‘transferir adoptivamente’– en el enfermo para que combatan el tumor.
Los resultados mostraron que la T CAR fue mucho más eficiente a la hora de inhibir el crecimiento tumoral en aquellos animales genéticamente modificados para producir plaquetas sin la proteína GARP. Un hallazgo que, como refieren los propios autores, «indica que las plaquetas sin la capacidad para capturar y activar el TGF-beta no fueron capaces de suprimir la actividad de los linfocitos T antitumorales».
Combinar con aspirina
Sin embargo, y evidentemente, la modificación genética con objeto de inducir la producción de plaquetas defectuosas no puede contemplarse como un posible tratamiento en los seres humanos. Entonces, ¿cuál podría ser la alternativa? Pues utilizar antiagregantes plaquetarios.
De hecho, los resultados mostraron que la adición de antiagregantes plaquetarios –tanto de aspirina como del fármaco ‘clopidogrel’– a la T CAR en ratones con plaquetas ‘normales’ se asoció con un incremento de la supervivencia y con una reducción de las recurrencias tumorales en estos animales.
En definitiva, como concluyen los autores, «nuestro estudio ofrece una razón de peso para evaluar el empleo de antiagregantes plaquetarios en los ensayos clínicos con la T CAR. En los pacientes con melanoma u otros tipos de cáncer, la T CAR puede ser exitosa con la simple adición de antiagregantes plaquetarios tan sumamente asequibles como la aspirina».
Fuente: https://www.abc.es –