El centrista proeuropeo Emmanuel Macron, de 39 años, fue elegido este domingo presidente de Francia -el más joven de su historia- evitando así que esta potencia económica mundial cayera en manos de la extrema derecha de Marine Le Pen.
«No cederemos en nada al miedo, a la división», afirmó en el estrado de la explanada del Louvre, hasta el que llegó caminando solo, con semblante serio, mientras sonaba de fondo el himno europeo, la «Oda a la alegría».
Con más del 65,5% de los sufragios, este exbanquero reemplazará al presidente socialista François Hollande, del que fue ministro de Economía, según resultados casi definitivos.
El futuro presidente liderará una Francia muy dividida políticamente entre las zonas urbanas (privilegiadas y reformistas) y las desheredadas (tentadas por los extremos).
El líder del movimiento ¡En Marcha!, fundado hace apenas un año, tiene varios desafíos de gran calado por delante, como un desempleo endémico de 10%, la lucha antiterrorista y la crisis de la Unión Europea (UE).
Aunque Marine Le Pen, de 48 años, pierde por amplio margen, no es una derrota en toda regla para ella ni para su partido -el Frente Nacional (FN)- que ha convencido al 34,5% del electorado con promesas en contra de la inmigración y el euro. No sólo eso, sino que se ha convertido en un actor ineludible del panorama político nacional.
«Estaré al frente del combate» de las elecciones legislativas de junio, en las que -dice- espera superar con creces los dos diputados actuales con una campaña contra la UE, la globalización, los inmigrantes y las «élites» en un país corroído por el desempleo y enlutado por una ola de atentados yihadistas.
– Un vendaval –
En un tiempo récord, Macron se abrió paso en un país en el que dos grandes partidos tradicionales de izquierda y derecha se alternaban en el poder desde hacía medio siglo.
Se los llevó por delante en la primera vuelta con un programa europeísta y liberal en temas económicos y sociales.
La apuesta política de Macron fue un éxito pero el siguiente paso, las legislativas del 11 y 18 de junio, son una incógnita.
El batacazo político de los conservadores gaullistas y los socialistas en la primera vuelta abre un interrogante: ¿será capaz Macron de conseguir una mayoría parlamentaria y evitar una cohabitación complicada pese a no disponer de maquinaria de partido?
Ante la emblemática pirámide del Louvre, acompañado por su esposa Brigitte, 24 años mayor que él, pidió de entrada «una mayoría de cambio» porque «es a lo que aspira el país y lo que merece».
Ante él, miles de personas agitaban banderas francesas. Uno de sus simpatizantes, Jean-Luc Songtia, un taxista de 36 años exultante de alegría, lo tenía claro: «Es un símbolo de esperanza. Es como Obama hace ocho años. Es la juventud, la oportunidad».
Para el mundo estas elecciones son un termómetro que mide la fuerza de los populistas y toma el pulso a la Unión Europea tras el triunfo del Brexit en el Reino Unido.
Alemania y las instituciones de la UE se felicitaron de una victoria favorable para Europa.
El euro reaccionó con una subida hasta los 1,1023 dólares en los intercambios asiáticos.
Al otro lado del Atlántico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo estar «ansioso por trabajar» con Macron, que durante la campaña recibió el apoyo público de Barack Obama.
– Retos –
El hombre que ha zarandeado la política con un nuevo movimiento fascina a propios y extraños. No sólo por su juventud, sino por estar casado con Brigitte, la futura primera dama rubia y esbelta que fue su profesora de teatro en la escuela secundaria y que este domingo no fue capaz de contener las lágrimas.
Macron será el presidente más joven de la historia de Francia, por delante de Luis Napoleón Bonaparte, quien tenía 40 años cuando fue elegido en 1848, y uno de los más jóvenes del mundo.
Tiene cinco años por delante para dirigir un Estado con armas nucleares, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y motor, junto con Alemania, de la UE, cuya zona euro quiere dotar con un presupuesto, un parlamento y un ministro de Finanzas propio.
El triunfo de este hombre con apariencia de niño bueno, formado en las escuelas de élite francesas, cierra una campaña electoral llena de sobresaltos en la que los embrollos judiciales eclipsaron los temas de fondo, acrecentando el hartazgo de una ciudadanía desengañada con los políticos.
La última sorpresa llegó justo antes del cierre, cuando se supo que el equipo de Macron había sido blanco de un pirateo informático masivo de documentos cuyo origen se desconoce y que está siendo investigado por la justicia.
Frente a la tensión acumulada en las últimas semanas, Macron se presentó este domingo como el garante de valores universales.
«Europa y el mundo esperan que nosotros defendamos el espíritu de las Luces. Esperan que encarnemos una nueva esperanza, un nuevo humanismo, el de un mundo más seguro, un mundo en el que defendamos nuestras libertades, un mundo de crecimiento, de más justicia, de más ecología».