Los franceses votaban este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales para decidir quién gobernará el país en los próximos cinco años, si el centrista proeuropeo Emmanuel Macron o la ultraderechista eurófoba Marine Le Pen.
Al mediodía, la participación en estas elecciones, que se celebran en un fin de semana largo por ser el lunes festivo, era de 28,23%, casi estable con relación a la primera vuelta pero en ligera baja respecto a la segunda ronda de 2012.
Macron, que se presenta por primera vez al veredicto de las urnas, es el gran favorito según los sondeos para reemplazar al presidente socialista François Hollande, al término de una campaña atípica y sacudida en la recta final por un ataque informático masivo.
La victoria del Brexit en el Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos incita a ser prudentes a la hora de interpretar las encuestas por su dificultad para medir el posible impacto del voto en blanco y de la abstención.
“Hoy está en juego Francia”, declaró Bernadette, una mujer de 73 años, tras votar en Marsella, aliviada de ver el fin de una campaña que ha sido “un plomo”. Para la parisina Marie Piot, de 32 años, “el mundo está pendiente de nosotros. Después del Brexit y de Trump, es un poco como si fuéramos el último bastión de las Luces”.
Más de 47 millones de franceses están convocados a las urnas bajo estrecha vigilancia, en un país en estado de emergencia tras una ola de atentados yihadistas.
Los dos candidatos votaron en el transcurso de la mañana en el norte de Francia: Macron, acompañado de su esposa Brigitte, en la turística localidad de Le Touquet y Marine Le Pen en su bastión obrero de Hénin-Beaumont.
La recta final de la campaña se vio sacudida por un enésimo sobresalto. Minutos antes del cierre oficial, el viernes a medianoche, las redes sociales se vieron inundadas de decenas de miles de documentos internos de ¡En Marcha!, el partido de Macron.
Su equipo denunció inmediatamente un ataque masivo y coordinado para “desestabilizar la democracia”, “similar al ocurrido durante la última campaña presidencial en Estados Unidos” contra la demócrata Hillary Clinton.
La comisión de control electoral advirtió que cualquier persona que los difunda se expondrá a sanciones “penales”.
“Sabíamos que existía ese riesgo durante la campaña presidencial porque se produjo en otros lados. Nada quedará sin respuesta”, declaró a la AFP el presidente saliente François Hollande.
Se desconoce por el momento quién es el autor de la filtración, pero el gobierno y el equipo de Macron han acusado previamente al Kremlin de intentar entrometerse en las elecciones. Moscú lo niega.
La incógnita de la abstención
Cualquiera que sea el resultado de la votación del domingo, significará un cambio profundo para Francia, la sexta economía del mundo, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear.
Es la primera vez en los últimos 60 años que ninguno de los dos grandes partidos tradicionales de izquierda y derecha tiene un candidato en la última ronda de la elección presidencial.
Macron, un exbanquero de 39 años que irrumpió en la política hace apenas tres años cuando fue nombrado ministro de Economía de Hollande, podría convertirse en el presidente más joven de la historia de Francia.
Este exministro, formado en las escuelas de élite francesas, presenta un programa liberal en lo económico y profundamente europeísta con el que espera reactivar el estancado motor francoalemán.
Su contrincante, Marine Le Pen, hija del cofundador del partido de extrema derecha Frente Nacional, defiende un programa proteccionista, centrado en la preferencia nacional.
Pretende restablecer una moneda nacional y someter a referéndum la pertenencia de Francia al bloque comunitario, una promesa que de cumplirse podría agudizar el proceso de descomposición de la Unión Europea tras el Brexit.
Los dos dicen ser “antisistema” pero sus adversarios los tildan a ambos de “herederos”. A Macron lo acusan de querer continuar con la política del gobierno socialista y a Le Pen de perpetuar la obra política de su padre.
Una de las grandes incógnitas de estos comicios será la tasa de abstención, que podría alcanzar el 30%.
Las derrotas del líder de la izquierda antiliberal Jean-Luc Mélenchon y del conservador François Fillon en la primera vuelta dejaron un sabor amargo a sus votantes, algunos de los cuales rechazan tener que elegir “entre la peste y el cólera”.
Macron encabezó la primera ronda el 23 de abril con un 24,1% de los votos, seguido de Le Pen que obtuvo el 21,30%.
Los resultados revelaron un país fracturado, en donde las grandes ciudades votaron por Macron, mientras que Le Pen obtuvo sus mejores resultados en zonas rurales y en las más afectadas por el desempleo.
El ganador de este último duelo sucederá en el Elíseo a Hollande quien, hundido en los sondeos, renunció a optar a un segundo mandato, una decisión inédita desde 1958.
AFP