Se vislumbra en el horizonte una posible cura para la diabetes tipo 1, y el novedoso enfoque también permitiría a los diabéticos de tipo 2 dejar de inyectarse insulina.

Bruno Doiron, a la izquierda, y Ralph DeFronzo. (Foto: UT Health San Antonio)

El equipo de Bruno Doiron y Ralph DeFronzo, del Centro de Ciencias de la Salud (Centro de Salud de San Antonio) adscrito a la Universidad de Texas en Estados Unidos, curó a unos ratones durante un año y sin ningún efecto secundario. Pero se trata de un modelo de ratón, así que hay que ser cautos. El siguiente paso en esta línea de investigación será hacer lo mismo con animales grandes que se parezcan más a los humanos en cuanto a la fisiología del sistema endocrino. Y si todo va bien, será el turno de los ensayos clínicos en humanos.



Lo que hace el nuevo tratamiento es, básicamente, incrementar los tipos de células pancreáticas que segregan insulina.

El páncreas posee muchos otros tipos de células aparte de las beta, y el enfoque de los creadores de la nueva técnica es alterar algunas de ellas para que empiecen a segregar insulina, pero solo en respuesta a la glucosa (azúcar). Es decir, básicamente como las células beta.



La insulina, que disminuye el azúcar en sangre, solo es producida por las células beta. En la diabetes tipo 1, estas últimas son destruidas por el sistema inmunitario y la persona se queda sin insulina. En la diabetes tipo 2, las células beta no funcionan bien y la insulina disminuye. Al mismo tiempo, en la tipo 2 el cuerpo no utiliza de forma eficiente la insulina, informó noticiasdelaciencia.

La nueva terapia se aplica a través de una técnica llamada transferencia genética. Se utiliza un virus como vector, o portador, para introducir genes seleccionados en el páncreas. A grandes rasgos, estos genes quedan incorporados y causan que células de varios tipos produzcan insulina.