Si nunca es nuestra culpa, decía Bach el de Juan Salvador Gaviota, “entonces nunca podremos asumir responsabilidad. Y si no somos responsables, siempre seremos víctimas.” Así como en la vida, así en las finanzas.
Frente a tantos embates que recibimos como consumidores, de servicios financieros o no, nada peor que tirarse a víctimas y sentirse abusado por un proveedor, sea este bancario o no.
De todas las decisiones económicas y patrimoniales que asumimos en nuestras vidas, capaz que la más importante sea la adquisición de una vivienda propia, muchas veces financiada con un préstamo hipotecario.
Como en cualquier relación de pareja, todo al principio luce perfecto. Solo con el tiempo, los cambios y la experiencia, es que caemos en cuenta que no todo es tan idílico como creíamos.
Así recibimos una oferta de un préstamo hipotecario para financiar el 90% de nuestra vivienda, a una tasa inicial espectacular y, aunque usted no lo crea en nuestro país, a 30 años de plazo para “aligerar” la cuota.
Demasiados son los dominicanos, como yanquis fueron muchos durante la burbuja inmobiliaria del Norte, que caen en el error de firmar un contrato de un préstamo de esa naturaleza sin antes ponderar alternativas y reconocer los riesgos.
Primero vamos con la tasa de interés del préstamo
La historia no es nueva, y ya en este espacio es repetitiva: el costo del dinero cambia en el tiempo. A veces mucho. No será el mismo, y aún menos en un contrato de un préstamo que durará décadas.
La segunda gráfica nos recuerda, por ejemplo, que esa maravillosa tasa inicial del 12% en su préstamo hipotecario, está bien cerca del mínimo que se ha disfrutado en ese producto de los últimos cinco (¡y hasta 30!) años.
La misma ilustración indica, que durante igual tiempo, esa tasa de interés ha llegado a ser hasta el doble (22.6%) y que el promedio, durante estos años de bonanza, ha sido un 15.2%.
Es para ese 15%, y hasta para el 22%, que debemos de estar preparados en vez de asumir una postura de negación o de víctima, al ver que el banco nos ajusta el interés de nuestro préstamo como, irremediablemente, lo hará. Muchas veces.
Sigamos. Más variará, por la tasa de interés, la cuota mensual de un préstamo que por el plazo o el período de tiempo por el que lo asumimos.
Nos engañamos pensando que por firmar el contrato de un préstamo a 30 años siempre tendremos una menor cuota.
Inicialmente, como vemos, es así: la cuota será de solo RD$10.2 mil a 30 años. Asumiendo, claro, que la tasa de interés del préstamo se mantiene invariable.
Mientras más largo sea el plazo del préstamo… ¿mejor?
Ahora bien, ¿sabrá el cliente que, si en vez de endeudarse por 30 años lo hace por la mitad del tiempo (15), su cuota sería solo RD$2 mil superior?
¿Sabrá el cliente que esa “economía” en su cuota mensual de RD$2 mil pesos la perderá, como en efecto la han perdido miles de clientes, con un simple aumento en la tasa de interés de su préstamo de un 2% (del 12% al 14%)?
Me pregunto si el cliente que firma a 30 años sabrá que, cinco años después de haber firmado el contrato de su préstamo, seguirá debiendo el 98% del pagaré que firmó. Mientras, aquel que lo asumió a 10 años habrá amortizado el 36% y el de 15 años el 16% de lo debido.
Quien no tiene la capacidad para acumular el 20% de lo necesario para adquirir una vivienda, o no la debería comprar en ese momento o, quizás, debería aspirar a una más económica.
Ese pago inicial de un 20% tiene su razón de ser. En los Estados Unidos, por ejemplo, el que solo acumula un inicial de 10% (financiando un 90% con un préstamo) es dos veces más propenso a perder su vivienda que quien, sabia y prudentemente, ahorra su 20% de inicial.
Ojalá estos datos sirvan para evitar, aunque sea, una sola víctima más.