Las papas fritas, suelen ser el plato favorito de muchas personas y al que gran parte no se puede resistir. Sin embargo, también es uno de los primeros que se suprimen al momento de optar por una dieta, en especial si es para bajar de peso.



A pesar de ello, hay algunas personas que hacen una “pausa” en su dieta y comen algún ejemplar de este alimento, sin que les afecte mucho, como también hay otros, que esta conducta puede significar un cambio significativo en su peso y masa corporal. ¿Por qué?

Según indican algunos especialistas al portal español El País, a la hora de engordar, influyen profundamente características de nacimiento como el sexo de una persona o también la edad que tiene. Lo anterior, puesto que los gastos energéticos son distintos en cada grupo.



Luis Miguel Luengo, doctor especialista del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explica al portal que existen tres formas de gastar la energía proporcionada por los alimentos y bebidas que se ingieren a diario.

Una de ellas, es la empleada al realizar la digestión de los alimentos, otra, la actividad física que realice el individuo y, la que varía según la condición biológica, la que se gasta por mantener las funciones vitales básicas.

“Si el balance es positivo, ganaremos peso; si es equilibrado, nos mantendremos; y si es negativo, lo perderemos. Por tanto, cuanto mayor gasto energético total tengamos, más fácil nos resultará reducir peso”, detalla Luengo.

Tal como detalla el experto, además de la ingesta alimentaria y el ejercicio, sólo por el hecho de vivir el organismo quema calorías (gasto en reposo). Sin embargo, este gasto, conocido como Tasa Metabóloca Basal (TMB) varía según la persona, influyendo notablemente la edad del individuo. Según el hospital estadounidense Clínica Mayo, la TMB representa entre un 60% y 70% del gasto energético total.

“Cuanto más joven, más fácil perder peso, porque el gasto energético en reposo es mayor. Una vez que cesa el crecimiento, este disminuye aproximadamente un 5% por década y, a partir de los 50 años, lo hace en un 10% más o menos”, detalla Luis Miguel.

En esta línea, el hospital estadounidense, agrega que mientras más edad tiene una persona, menos masa muscular posee, lo que disminuye en consideración el gasto energético. En otras palabras, si alguien desea estar en forma, está obligado a realizar más ejercicio por cada año que pase.

¿Y las papas fritas?

Marta Cuervo, doctora en Fisiología y Alimentación, y profesora en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad de Navarra, explica cómo lo anterior influye al consumir un alimento tan calórico como las papas fritas a los 20 años ó a los 40. “Los 20 son una etapa de grandes demandas, tanto energéticas como nutricionales. Por ello, nos podemos permitir más licencias culinarias que en otras etapas más avanzadas”, explica, por una parte.

“Conforme pasan los años, los procesos fisiológicos se ralentizan y gastan menos energía. El gasto metabólico es menor, lo que unido a la disminución general de la actividad física en la vida cotidiana desemboca en menos gasto energético. Por consiguiente, hay menos necesidades calóricas que cubrir a través de los alimentos”, agrega.

Cuervo explica que, a los 40 años (y en adelante), es preferible optar por alimentos nutritivos pero con menos calorías y evitar comer papas fritas más de 2 veces al mes y, peor aún, de forma semanal, puesto que “una dieta desequilibrara tendrá no sólo impactos negativos en el aspecto físico, sino que también en la salud”.