En Israel, el agua no es problema. Lo dice una mexicana que vive 30 años en Israel, país donde tiene una familia y una vida que no cambiaría. Los pequeños en la escuela saben del agua y de la importancia de no desperdiciarla. El milagro del agua, dicen algunos en Israel y no exageran. Esta mexicana opina que el proceso fue al comienzo duro. Se temía que en algún momento el líquido sería un recurso costoso, caro y hasta imposible en el desierto.
Ella no es parte de la comitiva que acompañó la primera semana de junio a los periodistas de diversas partes del mundo a conocer la experiencia del agua en Israel. No es parte de los ‘entrevistados’ disponibles para la prensa. No es vocera. La encontré en el aeropuerto de Tel Aviv al término de este viaje.
La conversación derivó en el agua, en la razón de mi visita, y ella me contó su historia, la historia de una profesional que tiene un hogar y que sabe bien de lo que habla. “Desde chicos aprenden a valorar el recurso, desde niños dirán a su papá que no deje el caño abierto cuando se lava los dientes. Dirán que no usemos agua en exceso al regar. Puede parecer poca cosa, pero con el tiempo es clave”, detalla. En México, su país, hay problemas. Y en Perú, mi ppaís también. Israel llama la atención del mundo por su milagrosa experiencia del agua. Pero si somos estrictos con las palabras, esto no es un milagro. Es un proceso que ha dado resultados y que ha comprometido a diversos actores, desde técnicos del gobierno, profesores de escuela, estudiantes de universidad, niños, madres de familia y empresarios.
Perú21 recorrió cinco plantas desalinizadoras, desiertos donde se trabaja con tecnología avanzada, escuelas, universidades y hasta un museo, donde grandes y chicos entienden por qué Israel ha logrado superar lo que para muchos países es un problema.
“Israel ha convertido el agua del mar Mediterráneo en agua potable”, dice nuestra guía. La palabra escasez no se conoce en medio del desierto, a casi 30 grados y algo más de temperatura. Recorte de agua o corte del servicio son frases que no se usan, pero hace muchos años se hablaba de ello y se temía que la falta del líquido fuera una catástrofe. Y eso no pasó.
La palabra clave sería planificación, algo que las autoridades hicieron bien, y lejos de sentarse a mirar cómo marcha el proceso, siguen invirtiendo en el asunto, tanto así que las startups, estas pequeñas empresas de tecnología, reciben fondos para hacer que el agua siga siendo una experiencia replicable en cualquier parte del mundo. Enseñar a cuidar el agua, aprovecharla al máximo, darle valor y redistribuirla de manera eficaz es también un negocio, un negocio de exportación.
El agua potable abastece al 75% de los hogares israelitas y el 25% restante llega de otras fuentes como la lluvia o el río Jordán. Para Israel, el agua no es problema, y por ello su experiencia exitosa es admirada por muchos países. No es casual que en los pasillos de los hoteles o en el aeropuerto te encuentres con empresarios de diversas partes del mundo que han llegado para saber más de este proceso.
Perú21.pe pudo ver la mayor planta desalinizadora del mundo: se llama Sorek.
En una hora, miles de litros del Mediterráneo son transformados en fluido potable y enviados a Mekorot, la compañía nacional de agua de la nación.
Sorek abastece a 1.5 millones de personas. La demanda anual de agua en Israel asciende a 2 mil 200 millones de metros cúbicos.
Israel abastece 100% de la demanda nacional de agua con sus cinco plantas desalinizadoras. Se apoya en una cultura a favor de la innovación y del cuidado del líquido desde la infancia.
En Israel se paga de 2 a 2.5 dólares por metro cúbico. La mexicana que vive en Israel cuenta que hace diez años empezó esta campaña de tomar conciencia. Ella aprendió. Las familias aprendieron. El país empezó a cambiar.
Las startups ayudan con ideas inteligentes para cuidar el recurso y llevar la experiencia al mundo. De hecho, jóvenes emprendedores y estudiosos están sacando adelante proyectos que pueden llevar a varios países. El gobierno de Israel cada año apoya con 400 millones de dólares a diferentes programas de apoyo a la innovación. En la actualidad cerca de 5 mil startups o nuevas empresas trabajan en territorio israelí en programas relacionados al agua. Si lo ves de la manera más sencilla: el proceso cubre todos los flancos. No hay pierde.
Este país no tiene sed
Gal Joss, directora de tecnologías del agua del Instituto de Exportación y Cooperación Internacional de Israel, destaca la importancia de analizar tanto las necesidades como las proyecciones a futuro. Para ella, nacida en Argentina, que en países como Perú se hable de recorte del suministro es algo imposible de creer.
“Este país no tiene más sed”, lo dice con entusiasmo. Ningún camino es fácil: “Fue necesaria más de una década para lograrlo y más de 50 años para crear las tecnologías para un territorio semidesértico que incluso comparte el líquido con sus vecinos, y busca prevenir con sus conocimientos al mundo para evitar una crisis futura”.
“En cualquier tema en Israel venimos de la necesidad. Empezamos de la necesidad de no tener agua a encontrar la solución. Buscamos solucionar un problema y además lograr la prosperidad. Hoy tenemos la tecnología y la buena fe para enseñar a otros lugares en el mundo lo que hemos hecho aquí”, explica.
Hace 50 años decían, en tono que a pocos gustaba, “anda a tomar agua del mar”.
“Y hoy lo hacemos. Desalinizamos. Superamos esa idea. Además de desanilizar el agua, la hicimos más económica, ecológica y rápida. Además de hacer plantas de desanilización creamos mini plantas, portátiles”, describe.
Es un asunto del gobierno, remarca, “porque el gobierno decidió educar a los niños”. Y mientras bebe agua, lo resume así: “Al educar a un niño tienes a un adulto consciente. Un niño no le dejará a su padre desperdiciar el agua. El gobierno educa en la escuela, invierte en las universidades y quiere tener más startups para el agua”.
Experiencia en América Latina
“Sin ser arrogante puedo decir que Israel es una potencia en agua”, sostiene Gal Joss, tras dejar muy claro que en el país no hay problemas de agua ni con el agua.
“Desalinamos agua, y tenemos más de lo que necesitamos. También reusamos el agua para cuestiones agrícolas y jardines municipales”, explica, y acota que en el país es imposible perder un 10% de agua. En Inglaterra, cita, la pérdida es de 47%.
La directora de tecnologías del agua del Instituto de Exportación y Cooperación Internacional de Israel detalla que Israel ha tomado contacto con Chile, Perú, Paraguay, Brasil, Colombia, México y otros países con la finalidad de que conozcan y aprovechen la experiencia. “Los gobiernos están buscando conocer el proceso de Israel y al mismo tiempo conocer las industrias potenciales que los pueden beneficiar”, indica.