La rutina con sus múltiples actividades y exigencias nos impulsa a priorizar tareas a lo largo de la semana. Así, vamos postergando lo que consideramos no es determinante día a día, y lo desplazamos ingenuamente para cuando “tengamos tiempo”. Pero lo cierto es que tiempo nunca nos sobra.
Por lo general, un grupo de tareas que postergamos durante la semana es el órden de la casa. Y nos conformamos con lo básico, como hacer las camas y lavar los platos. Sin considerar el alcance que el desorden o la desorganización pueden generar sobre las actividades que si nos parecen relevantes y prioritarias: crianza, trabajo, estudios, relaciones interpersonales…etc.
BioBioChile nos cuenta cúal es el impacto que el desorden puede generar en nuestras vidas, y te demostraremos que, al menos en esta materia, “el orden de los factores si altera el producto”.
El desorden físico en los espacios habituales
Ya sea que se trate de nuestro closet o la despensa, el exceso de cosas y el desorden en nuestro entorno puede tener un impacto negativo sobre nuestra capacidad de centrarnos, concentrarnos y procesar información. Esto fue lo que neurocientíficos de la Universidad de Princeton descubrieron en un estudio, tras observar el desempeño de tareas de un grupo de personas bajo ambientes de orden y desorden.
Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional y otras herramientas de medición fisiológica para asignar las respuestas del cerebro a estímulos organizados y desorganizados y para monitorear el desempeño de las tareas.
El estudio demostró que el desorden físico competía por la atención de los individuos, resultando en un rendimiento disminuido y en mayores niveles de estrés. Siendo más específicos: cuando tu entorno está desordenado, el caos restringe nuestra capacidad de concentración. Limitando la capacidad cerebral para procesar la información. El desorden nos distrae e incapacita de procesar la información como lo hacemos en un ambiente organizado y sereno.
Por otra parte, el desorden nos predispone anímicamente, nos pesa, nos roba la energía. Así lo asegura la británica Karen Kingston, famosa experta en recuperación de espacios y revitalización de energías en su libro Clear your Clutter with Feng Shui, cuando señala que “Cualquier clase de desorden crea un obstáculo que obstruye el flujo de energía en el espacio… esto, a su vez, crea atascos o confusión en los ocupantes del mismo”. La clave del cambio, según Kingston, radica en entender que el desorden es energía atascada que tiene efectos físicos, mentales, emocionales y espirituales de largo alcance.
La solución, si queremos sacarle el máximo provecho a nuestra capacidad productiva y vivir una vida vital, es simplemente ponernos manos a la obra para eliminar el desorden doméstico, y de nuestro entorno laboral. De paso, nos desharemos de la distracción, el estrés, los pensamientos poco constructivos y la irritabilidad que cargamos.
Acumulación y desorden digital
Pero el desorden, además, trasciende de lo físico, ya que la acumulación de archivos en el escritorio del computador, las múltiples notificaciones de las distintas redes sociales a las que estamos suscritos que se cruzan, y que saltan en las pantallas de los dispositivos electrónicos que usamos, activan una forma de desorden digital, que también nos afecta cerebralmente, restandonos productividad. Nos abruman,frustran, estresan y sobrecargan de un cansancio totalmente innecesario. Así precisamente lo sugiere Mark Hurst, autor del best seller Bit Literacy, quien hace un llamado a aprender a usar la tecnología de manera saludable y efectivamente productiva. Hurst, expone que si bien el manejo de información no representa un peso físico, si lo representa en el plano emocional.
Soluciones prácticas: 4 tips efectivos
1- Aplicar restricciones:
Fijar un límite, que nos permita dominar nuestro consumo de redes sociales. Por ejemplo, establecer un tope de personas a seguir en twitter, a cuantos blogs estaremos suscritos, o cuantas aplicaciones realmente necesitamos.
No se trata de consumir todo el contenido digital disponible, sino más bien de disfrutar lo que consumimos. Lo mismo se aplica al plano del consumo convencional. Recomienda el famoso sitio Lifehacker.
2- Utilizar espacios pequeños de almacenamiento
Reducir el espacio de almacenamiento puede hacer maravillas para limitar el consumo. Trata de reducir tu armario o de obligarte a usar un bolso pequeño cuando viajas. ¿Realmente necesitas guardar tus zapatos en dos lugares distintos? Intenta restringir tus espacios de almacenamiento y podrás identificar rápidamente lo que realmente necesitas y lo que no, así estarás optimizando y liberandote de carga emocional adicional e innecesaria.
3- Realiza una revisión mensual de tu closet, estantes, despensa…
Cada mes, revisa estos espacios y busca artículos que no hayas usado. Apártalos y regalalos, intercambialos, véndelos o pograma la manera de usarlos (alimentos).
Otra idea es tratar de deshacerte de un elemento a la semana hasta que hayas reducido tus pertenencias a las cosas que realmente utilizas. Limpia diariamente el escritorio de tu pc.
4- No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy
De seguro has oido muchas veces este refrán, pero es bueno pasar de la escucha a la práctica. No hay nada más agotador que sumar todos los pendientes que chuteaste para el fin de semana y no saber por donde empezar. El peligro del “lo haré mañana” es que en realidad te estás diciendo hoy no. Como si tuvieras la capacidad de saber por anticipado lo que te deparará el nuevo día. Desprendete del sentimiento abrumador que trae consigo la dilación y el postergamiento. Haz hoy, y deja que cada día traiga su nuevo afán. Hazte ese favor, y no sumes más estrés.