Por Cándida Figuereo
Los ancianos pensionados y jubilados de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, que gastaron su juventud sirviéndole a la Patria, en su etapa añeja son merecedores de vivir con un poco de dignidad y justeza en cuanto al exiguo salario que reciben para subsistir.
Por su propia condición física y las precariedades en que se desenvuelven no es frecuente que se les vea hacer reclamos más que justo.
Se encuentran en el momento en que más precisan de aprecio, respeto, de alimentación adecuada, de recursos para tratamientos diversos propio de los años y… ¿por qué no? De algo de diversión aunque sea viendo películas en una pantalla de televisión para disipar ingratos recuerdos o amenidades de ese entonces.
Lo anterior precisa que esas personas que están en una etapa en que precisan ser mimados por sus familiares y respetados por quienes viven en su entorno, disponga de recursos económicos para que los días que les restan por vivir sean más placenteros.
¿Quién ha dicho que estas personas harán daño porque plantean algo justo? ¡No, no, noooo! Pienso en mi padre o en el tuyo en ese lugar, si fuere el caso.
No debe repetirse el lanzamiento de bombas lacrimógenas a personas de avanzada edad por una petición, hasta nimia si se quiere, como es el dinerito que recibe la mayoría y aboga por un incremento del mismo.
¿Usted tiene un papá? ¿Cómo querría que se lo trataran? De seguro que con mucho amor y respeto, al margen del escalón social donde se encuentre, pero principalmente si es económicamente pobre.
Ellos, que ayer lucharon por la Patria, por cada uno de los habitantes de este terruño, ahora son merecedores de respeto aunque tengan que reclamar unos centavos más para subsistir en una de las etapas más difíciles del ser humano por los achaques en diversos órdenes.
En fin, los pensionados lo merecen.