La larga lista de litigios entre Moscú y Washington –Siria, Ucrania, acusación de injerencia en la elección estadounidense– alimenta una guerra de sanciones, a la que acaba de sumarse la decisión de cerrar el consulado ruso de San Francisco.
– La guerra diplomática –
En diciembre de 2016, la administración Obama expulsó a 36 diplomáticos rusos, sin que hubiera represalias del Kremlin.
Pero tras nuevas sanciones económicas votadas en junio por el Congreso de Estados Unidos por el conflicto en Ucrania, Vladimir Putin ordenó la reducción en dos terceras partes del personal que trabajaba en la embajada y en los consulados estadounidenses en Rusia.
Réplica de Washington: el cierre el sábado del consulado ruso en San Francisco y de las misiones comerciales en Washington y Nueva York, en una «escalada» denuciada por Moscú.
-Espectro de la injerencia rusa-
Hay sospechas de que los rusos actuaron entre bambalinas para perjudicar la campaña de Hillary Clinton en la elección presidencial de Estados Unidos de 2016. Una sospecha que Trump intenta borrar.
En su primera entrevista con Putin en Alemania, durante un G20, tuvieron un intercambio «muy franco» y, según la versión de Moscú, Trump «aceptó» las afirmaciones rusas de que nunca hubo interferencia.
Trump admitió luego que sí pudo haber interferencia. Varias investigaciones, entre ellas una del FBI, están abiertas por presuntos vínculos entre el entorno de Trump y el Kremlin.
– Ucrania y sanciones –
Estados Unidos acusa a Rusia de apoyar a los rebeldes separatistas del este de Ucrania, y adoptó en junio nuevas sanciones contra Moscú, promulgadas a regañadientes en agosto por Donald Trump.
Cuando visitó Kiev el 24 de agosto, el jefe del Pentágono, Jim Mattis, se comprometió a ayudar al ejército ucraniano y no excluyó entregarle armas defensivas.
– Fricciones sobre la OTAN –
Rusia percibe la extensión de la OTAN como un signo de agresión, y no cesa de denunciar la política de acoso de la Alianza contra Rusia. Los rusos consideran que una acumulación de fuerzas de la OTAN en los países bálticos, en la frontera rusa, rompería el equilibrio de fuerzas.
Por su parte Donald Trump ha llamado a la OTAN a concentrarse en especial en «las amenazas (que vienen) de Rusia», durante una cumbre de la Alianza en mayo en Bruselas.
– El polvorín sirio –
En abril, Donald Trump ordenó los primeros ataques estadounidenses contra el régimen sirio –aliado de Moscú– tras un ataque químico imputado a las fuerzas de Bashar al Asad.
En junio la destrucción de un avión sirio por un caza estadounidense, fue calificado de «agresión» por Rusia, y agregó más tensión entre las dos potencias.
Sin embargo, pese a este volátil contexto, los dos países acordaron en julio un alto el fuego en una zona de desescalada establecida por los rusos en el sudeste de Siria.
En Siria, Estados Unidos se concentra en la lucha contra el grupo Estado Islámico. Rusia está militarmente presente desde fines de 2015, en apoyo del régimen de Asad.
– Corea del Norte, nueva crisis –
Desde que Corea del Norte empezó sus planes para fabricar misiles balísticos intercontinentales capaces de llegar según los especialistas a Alaska, las tensiones se han agravado entre Estados Unidos y el régimen comunista.
Donald Trump amenazó con desencadenar «el fuego y la furia» sobre Pyongyang tras un disparo, el 29 de agosto, de un misil norcoreano que sobrevoló el norte de Japón.
Washington ha adoptado también nuevas sanciones que afectan a empresas rusas y chinas. Pero Rusia ha advertido que se oponía a cualquier intervención militar y a sanciones contra Corea del Norte. Vladimir Putin advirtió el viernes contra un «conflicto de gran magnitud» en la península coreana.