Por Claribel Doñé Martínez
Generalmente anhelamos tener una economía estable y el logro de muchos de los objetivos que nos planteamos depende en gran manera de cómo nos manejamos financieramente. La Biblia puede ser un manual por excelencia para ser buenos administradores de lo poco o mucho que poseamos. En ella aparecen más de 2500 versículos relacionados a las finanzas. Citemos algunos que recogen cuatro enseñanzas básicas, entre muchas otras contenidas en el antiguo libro.
1. El dinero no es malo, pero la ambición desmedida es peligrosa
El libro dice que “el amor al dinero es la raíz de todos los males” (1 Timoteo 6:10). Nótese que no se refiere al dinero en sí, sino el amor al dinero, por lo que podemos asumir que no es un discurso en contra de que seamos prósperos económicamente. Al contrario, en Deuteronomio 8:18, dice: “Te daré el poder para hacer las riquezas”.
De hecho, hay muchos ejemplos en la Biblia de hombres que fueron muy ricos, tal es el caso de Abraham, Jacob, David, Salomón entre otros. Lo que sí se cuestiona es perseguir las riquezas con un afán desmedido, que cause males a las personas de nuestro alrededor y nos haga vivir intranquilos, frustrados y ansiosos, anhelando ser millonarios.
2. Sea diligente en la búsqueda del bienestar económico
La Biblia también resalta la necesidad de ser diligente, no perezosos (Hebreos 6:12), en la tarea de mejorar nuestras finanzas o aumentar riquezas.
Si sus ingresos no son suficientes para cubrir los gastos, es el momento de hacer un alto en el camino. Albert Einstein dijo: “Si deseas obtener resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Está muy de moda el pluriempleo, aunque a veces supone sacrificar algo tan valioso como es el descanso y el tiempo de calidad con su familia. Otra forma de aumentar los ingresos es emprendiendo un pequeño negocio o empresa.
Hay una hermosa historia en la Biblia que está en el capítulo 4 del segundo libro de Reyes, la de la viuda y el aceite. En esta historia, Dios hace el milagro de provisión, pero antes le deja a la viuda la enseñanza de las ventas. En fin, que existen muchas cosas que podemos hacer para generar recursos y mejorar o salir de situaciones financieras difíciles.
3. La responsabilidad de ahorrar
Ahorrar es, en muchas ocasiones, una tarea difícil, pero necesaria. En la Biblia encontramos el ejemplo de José, en Génesis 41. Este personaje tuvo visión de futuro: ahorró durante siete años para prevenir el tiempo de la escasez. Cuando llegó la crisis había provisión para el pueblo de Egipto, y todos se beneficiaron del buen manejo financiero que tuvo el líder espiritual.
Otra ilustración que aparece en la Biblia sobre este tema es de la hormiga, en Proverbios 6:8, que resalta la prudencia del insecto que recolecta en el verano sus alimentos y guarda para los tiempos difíciles.
4. Honra tus compromisos
La Biblia también llama a honrar, siempre, los compromisos adquiridos. Un ejemplo de esto es cuando dice: “No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas si no tuvieres para pagar” (Proverbios: 22:26-27). Claramente, se refiere a que solo debemos asumir compromisos financieros que podamos solventar.
Finalmente, y a propósito de arroparse hasta donde lo permita la sábana, conviene recordar las palabras del apóstol Pablo, quien había aconsejado a los tesalonicenses “que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (Tesalonicenses 3:10).
Resaltamos que se refiere a quienes no quieran trabajar, no a quienes no puedan hacerlo.
En conclusión, ahorrar debe ser una prioridad, al igual que pagar las deudas en caso de que las tuviéramos. Debemos evitar ser compradores compulsivos o gastar el dinero en cosas innecesarias. Es recomendable además no desperdiciar, vivimos tiempos muy difíciles y lo que derrochamos hoy probablemente lo necesitaremos mañana.
Fuente: Argentarium.com