Washington, Estados Unidos. Desde los mosquetes a las ametralladoras, los estadounidenses tienen con las armas de fuego una relación tan antigua, y complicada, como la del país mismo.

Esta conexión íntima con las armas está siendo escrutada tras la peor matanza civil de la historia reciente de Estados Unidos, que dejó 58 muertos en Las Vegas.



Estados Unidos es una nación nacida tras una sangrienta rebelión contra Inglaterra, desgarrada por una espeluznante guerra civil, con una población indígena diezmada y erguida sobre relatos de duros héroes del salvaje oeste. Las armas son parte de la historia del país.



«No creo que nuestro amor por las armas sea único en el mundo, pero claramente los norteamericanos estamos fascinados con las armas y amamos nuestras armas», dijo Adam Winkler, autor de «Lucha armada: la batalla por el derecho a llevar armas en Estados Unidos».

«Pienso que en parte podría provenir del hecho de que somos un país que idealiza la fundación, en la que revolucionarios armados decidieron luchar contra un gobierno tiránico», aseguró Winkler, profesor de derecho constitucional en la Universidad de California.

«También somos una nación cuya identidad está mucho más vinculada a cosas como el salvaje oeste y a la frontera, en las que decididamente había una cultura de las armas», dijo a la AFP.

«El arma tiene un lugar más o menos central en la mitología nacional», concuerda A.J. Somerset, cuyo libro «Armas: la cultura y el credo del arma» también analiza la posesión de armas en Estados Unidos.

«Toda la mitología proveniente de la revolución estadounidense pone al rifle en el centro», opina Somerset, él mismo propietario de armas y exmiembro de las Fuerzas Armadas de Canadá.

– ‘Un arma era una herramienta’ –

«A mediados del siglo XIX tuvimos una súbita innovación en armas de fuego que supuso el revólver Colt, el rifle de recarga, que condujo al rifle de repetición, el Winchester, y así sucesivamente», señaló.

«Esta revolución en la tecnología de las armas de fuego coincidió con el gran período de la expansión hacia el oeste norteamericano», dijo Somerset en una entrevista telefónica.

«Y fue en ese punto que el país empezó realmente a mitificar su relación con las armas», agregó.

Actualmente hay más de 300 millones de armas en Estados Unidos -más de una por persona- y las armas de fuego están involucradas en unas 30.000 muertes al año, de las cuales dos tercios son suicidios.

Alrededor de cuatro de cada 10 estadounidenses viven en una casa donde hay un arma, según un estudio divulgado en junio por el Pew Research Center. El 67% de los poseedores de armas alega que la autoprotección es el principal motivo para tenerlas.

La mayoría de los estadounidenses cree que tener un arma es un derecho garantizado por la Segunda Enmienda a la Constitución.

Para los primeros estadounidenses «un arma era una herramienta», afirma David Courtwright, un profesor de historia en la Universidad de North Florida y autor de «Tierra violenta: hombres solos y desorden social desde la frontera a la ciudad».

«Los hogares de la frontera sin algún tipo de arma de fuego eran una rareza y algunos piensan que esa herencia sigue funcionando», dijo.

– Temor a que los delitos sigan aumentando –

Aunque los western de Hollywood y de TV tal vez hayan cumplido algún papel en idealizar la cultura de las armas del vaquero, Courtwright y otros creen que el temor al aumento de los delitos que comenzó en 1960 tiene un papel más importante a la hora de explicar la actual expansión de la posesión de armas.

«No es fácil imaginarse ahora cómo estaban presentes en los 1970 los temas vinculados al delito y a la justicia penal», explica Winkler, el profesor de la UCLA.

Winkler explica que la Asociación Nacional del Rifle, el lobby de las armas, ayudó a venderle a los norteamericanos la idea de que necesitaban un arma para protegerse.

«Esta idea tomó vuelo y el movimiento por el derecho a tener armas se convirtió en una fuerza real en la política estadounidense», dijo.

El derecho a portar armas y el control de armas es hoy, en efecto, uno de los objetos de debate más intenso en Estados Unidos y motivo de división entre partidos.

Un 44% de los republicanos consultados en una investigación del Pew Research dijeron que poseían un arma, contra 20% entre los demócratas.

La propiedad de un arma es «un poderoso símbolo de identificación partidaria», afirma también Courtwright. «Se trata de una identidad, no solo de protegerse de los chicos malos».