Salir de la zona de confort representa un gran desafío. Natalia Aversa (33), de Vicente López, logró sepultar sus miedos y perseguir su sueño: viajar por el mundo. Lleva tres años de aventuras y recorrió más de 25 países: su nueva misión es llevar el cine a lugares aislados.
Estudió Turismo “porque quería conocer el mundo, culturas nuevas, idiomas, probar comidas raras y ver con mis propios ojos lo que tanto había leído en libros”, señala. Pero no sucedió: “Pasé más de siete años trabajando en una oficina para distintas compañías de viajes y eso no terminaba de satisfacer mi espíritu inquieto”.
Luego de terminar una relación de 10 años, en agosto del 2014 entendió que era el momento para comenzar su aventura: “Renuncié y compré un pasaje de ida a Bangkok. Mi hermana me acompañó y le dijimos a nuestros papás que volvíamos en tres o cuatro meses”, dice Natalia.
Empezó recorriendo el Sudeste Asiático hasta que el dinero se acabó: “No quería volver a Argentina, así que pensé en irme a Malasia a vender postales pero un argentino que conocí en Bangkok me recomendó que vaya a trabajar a Nueva Zelanda”, detalla. Las primeras semanas fueron difíciles: “Me dio un ataque de pánico porque no entendía cómo existía un país así: una ciudad tan organizada, pulcra, prolija. Me parecía que estaba en una maqueta”, asegura.
Amor en india. Nataial junto a Karel Stepanek, su novio checo que la acompaña en el viaje.
Al principio se relacionaba sólo con latinos hasta que perdió el miedo de hablar inglés y las barreras desaparecieron. “En esas tierras volví a tomar mate, comer asados y escuchar cuarteto pero quería experimentar nuevas sensaciones, así que me alejé de lo conocido: cambié de trabajo y de hogar”, detalla. Y fue gracias a eso que conoció a su actual novio: Karel Stepanek, un checo que para ahogar penas de amor la invitó a bailar y la enamoró con su movimiento de caderas: “Desde ese momento empezamos a viajar juntos”, señala.
Mientras recolectaban peras en el sur de Australia planificaron sus próximos destinos: “Queríamos hacer un viaje en bicicleta por África, llevando un cine rodante porque era una forma de acercarnos a la gente sin tener que hablar su idioma”.
Australia. La vecina de Vicente López estuvo viviendo varios meses en ese país.
El destino y el medio cambiaron pero el cine quedó: hicieron presentaciones en Nepal e India, donde están actualmente. “Estuvimos en una escuela de Varanasi, un orfanato en Rishiskeh, y en Ladakh en diferentes monasterios y escuelas”, detalla. No son películas de género ni de directores conocidos: “Pasamos cortos de nuestros viajes ambientados con música. Hablamos con los chicos y les mostramos nenes de otras escuelas, países o religiones”, explica Aversa y asegura que la gente los recibe amablemente y disfruta de las proyecciones.
En lo más alto. Haciendo cumbre en una montaña de Nepal.
Cada viaje es una aventura para Nati y por eso creó un sitio web donde cuenta sus historias, comparte fotografías y da consejos para quienes se atrevan a explorar el mundo. No cuenta con sponsors: “Nos autofinanciamos las cosas, ya sea con trabajos anteriores o vendiendo artículos y fotos a revistas”, explica y sostiene que la clave de estos viajes es gastar poco. “Usamos nuestro dinero para comida y alojamiento. Nos movemos a dedo y armamos la carpa cuando podemos. Usamos 10 dólares por día”, cuenta y aclara: “Gasto menos que en Buenos Aires”.Extraña a su familia y amigos, los mates y las pastas argentinas, pero por el momento no quiere ponerle punto final a este sueño hecho realidad: “La pasaba mal en mi vida ‘normal’: trabajo de oficina, pareja y departamento, pero paradójicamente cuando no tuve eso, fue cuando mejor me sentí”.
Fuente: www.clarin.com/