Lanzado hace 20 años en Estados Unidos, el Viagra se ha vendido en miles de millones de ejemplares, convirtiéndose en una fuente de ingresos inesperada para su fabricante estadounidense Pfizer y para los falsificadores del mundo entero.
Estas son las claves en torno a esta pastilla revolucionaria:
– Fruto del azar –
A principios de los años 1990, los equipos del laboratorio Pfizer experimentan con un nuevo medicamento contra la angina de pecho, el citrato de sildenafilo. Las pruebas revelan la ineficacia de la nueva molécula para calmar el dolor torácico provocado por esta enfermedad.
Pero entre los hombres, la toma del medicamento suscita un efecto inesperado: una erección. Y la mayoría de voluntarios da cuenta de que su vida sexual ha mejorado ampliamente.
Pfizer reorienta su investigación hacia la impotencia masculina, un trastorno que afecta a un tercio de los hombres de más de 40 años. El tratamiento de la disfunción eréctil es en ese momento el pariente pobre de la farmacopea moderna, con propuestas ni prácticas ni eficaces, como minisupositorios para la uretra e inyecciones en el pene.
La Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) da luz verde al nuevo medicamento el 27 de marzo de 1998. Sale a la venta bajo el nombre de Viagra a principios de abril en Estados Unidos.
– Éxito fulgurante –
El éxito del comprimido azul en forma de rombo es inmediato: en las dos primeras semanas de comercialización, se prescriben 150.000 recetas en Estados Unidos.
El Viagra cosecha un éxito mundial incluso antes de que sea autorizado fuera del territorio estadounidense. Se vende de contrabando en países como Israel, Polonia y Arabia Saudita a partir de mediados de 1998, con tarifas de tres a cinco veces superiores al precio legal estadounidense (unos 10 dólares).
Tras su desembarco oficial en septiembre de 1998 en Europa, la pastilla contra la impotencia se convierte rápidamente en una locomotora financiera para Pfizer.
Las ventas mundiales de Viagra se disparan más del 30% en 1999 y en 2000, superando rápidamente los 1.000 millones de dólares anuales. Una sorpresa para el grupo farmacéutico que había previsto inicialmente unos ingresos de un centenar de millones de dólares anuales.
– Contrabando por doquier –
Las campañas de publicidad protagonizadas por un excandidato republicano a la Casa Blanca (Bob Dole, en 1999) y por el «rey» brasileño del balón (Pelé, en 2002), entre otros famosos, asientan la notoriedad de un medicamento que según los científicos empieza a surtir efecto, de media, 27 minutos después de su toma.
El contrabando se pone en movimiento: pastillas falsas fabricadas en Tailandia o en India salen a la venta en internet varias semanas después de los inicios de su comercialización.
Los estafadores se dan cuenta de que se trata de una mina de oro. El Viagra se sitúa rápidamente a la cabeza de los medicamentos de contrabando. Las confiscaciones en las aduanas se multiplican.
Un sondeo realizado en 2011 por Pfizer muestra que el 80% del Viagra comprado en internet al azar es de contrabando. Este puede contener productos tóxicos como pesticidas, yeso o tinta para impresora, advierte la firma estadounidense.
– Uso indebido –
El uso indebido o «recreativo» del Viagra también se expande rápidamente. Un estudio británico detecta en 1999 un empleo marginal pero real entre los jóvenes que salen de fiesta a las discotecas.
En 2012, una investigación estadounidense evalúa en 8% los jóvenes en el país que toman Viagra y otros «facilitadores de erección» (Cialis, Levitra) solamente para reconfortarse sobre su rendimiento sexual.
Por otro lado, se examina si el Viagra, cuyos genéricos salen en 2013 en Europa y en 2017 en Estados Unidos, representa una sustancia dopante para los deportistas.
Finalmente, tras dudarlo un tiempo, la Agencia Mundial Antidopaje no lo inscribe como producto prohibido: el citrato de sildenafilo solo tendría un efecto dopante en alta altitud.
Fuentes: AFP, Pfizer y publicaciones científicas como el British Medical Journal y Journal of Sexual Medicine.