SANTO DOMINGO. El nombre de Francisco Mejía fue registrado en el disco duro de la gran masa de seguidores del béisbol en 2016 cuando bateó de hit por 50 juegos en fila en Clase A, la mayor cantidad en 62 años, una hazaña que disparó sus bonos.
Pero entre septiembre y diciembre de ese año, alegando problemas de salud de su madre, este receptor comprometió su eventual llegada a las Grandes Ligas, una decisión que ahora quiere dar marcha atrás, en los tribunales.
Mejía, entonces con 20 años, aceptó la oferta de préstamo de Big League Advance, una empresa que se dedica a facilitar dinero a jugadores de las ligas menores condicionadas a porcentajes de sus futuros ingresos en la MLB.
Fueron tres desembolsos, el primero de US$100 mil entregado en Cleveland, y otros dos cedidos en el aeropuerto de Miami y un hotel en el país que llevan la suma hasta US$360 mil por el 10% de los salarios del jugador en el Big Show.
Un negocio redondo y riesgoso para la compañía propiedad del ex relevista Michael Schwimer en torno a un cliente que las proyecciones logarítmicas cifraba su potencial en US$100 millones en salarios a través de su carrera. Una inversión que devolvería el 2677%, es decir, US$10,000,000.
Pero en la que se arriesga a perderlo todo si el atleta no cumple el mínimo de expectativas indicó el periódico Diario Libre.
Empezar a pagar
El banilejo continuó en 2017 con su ascenso meteórico, los Indios lo llamaron en septiembre para jugar el último mes en la escuadra “grande” (11 partidos) y, de acuerdo con los documentos en la corte (que primero reveló Jerry Crasnick de ESPN.com) cuando en diciembre se presentaron en su hogar los cobradores a buscar los US$9,063 correspondiente a los primeros US$90,630 que ganó como bigleaguers el jugador rehusó pagar hasta que cedió al ser advertido de que podían impedir que siga jugando béisbol.
El pelotero contrató abogados y sometieron una demanda de nulidad de contrato el 21 de febrero en Delaware (donde tiene sede la empresa), una en la que alegan que BLA utilizó “corredores”, terceros que los fuerzan a fichar, además de que los tres contratos fueron firmados sin traductores y que el jugador no habla inglés.
La respuesta legal de BLA descarta todos los alegatos y aduce que el hoy antesalista quería un cuarto abono. De hecho, alegan que pasaban semanas negociando y preguntaron que si estaba consciente de que tendría que pagar US$50 millones si ganaba US$500 MM en su carrera, a lo que el jugador respondió que sí.
Pagar más que ganar
Casi la mitad del dinero superior a US$300,000 al año que los equipos giran a las cuentas de los peloteros son recortados en impuestos federales, estatales, municipales y pagos a agentes, por lo que Mejía en realidad cobraría alrededor del 40% si se establece en Las Mayores.
Pero el caso de Mejía, quien recibió un bono de US$350,000 en 2012 cuando Cleveland lo firmó con 17 años, es la punta del Iceberg en lo que es una cultura entre jóvenes latinoamericanos con potencial y que DL pudo conocer con fuentes cercanas a jugadores.
DL supo de al menos dos jugadores que recibieron bonos millonarios a la hora de firmar en el lustro pasado y que hoy juegan en la MLB también habrían hipotecado el diezmo de su salario. A otro, que también recibió siete dígitos en su bono y proyecto debutar en 2018, un prestamista le ofertó US$2 millones en el mismo esquema, pero la familia del prospecto lo rechazó de forma tajante.
“Estos muchachos desde que aparece alguien que les habla de dinero prestado se vuelven locos. Es increíble lo que la gente hace para engañar a estos muchachos latinos con poca educación”, dijo una fuente familiarizada con la industria.