• Ha tardado 25 años, ha necesitado 14 profesores distintos y se ha gastado unos 11.000 euros para conseguirlo.
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Christian Whiteley-Mason realizó su primera prueba de conducir en 1992. Después de 33 intentos fallidos, 14 profesores diferentes y más de 11.000 euros ha logrado aprobar el examen.

El britanico, de 42 años, vive en South Yorkshire y ha tardado 25 años en ser apto para poder conducir un vehículo. Su marido Darren siempre dudó de su capacidad para conseguirlo. «Lo que pensábamos es que si se montaba en un coche, lo más normal es que tuviera un accidente».



Y es que Christian, durante su primer examen, se subió a una acera y chocó contra una señal de tráfico.

Darren no fue el único en dudar de la capacidad de su marido señala 20minutos.es. Tras las 56 primeras clases de conducir su profesor le dijo que «se diera por vencido porque nunca aprobaría». Por lo que Christian decidió en el 2003, tras 32 intentos fallidos, que conducir no era para él. «Ya había tenido suficiente, solo pensé que nunca iba a conseguirlo», explicó.



Vuelve a intentarlo con 40 años
No fue hasta que cumplió 40 años, por una necesidad en su trabajo, cuando decidió volver a intentarlo. Dio algunas clases y no realizó el examen, pero su necesidad de trasladarse por trabajo aumentó y finalmente decidió presentarse una vez más. «Tenía que usar taxis o confiar en otras personas y me estaba costando una fortuna. Así que en enero decidí que iba a ir a por todas», aseguró.

«Todos se rieron de mí y me dijeron que nunca lo haría, pero estaba absolutamente decidido. No solo pasé a la primera, sino que solo fue con tres errores menores.

Estoy tan orgulloso de mí mismo. Ha cambiado mi vida para ser honesto. Sentí que había logrado todo lo que realmente quería lograr, esta era la única cosa que me quedaba por hacer», contó a The Mirror.

Aprueba el examen
Christian logró aprobar el carnet de conducir gracias a un coche automático. «Fue como conducir un kart, totalmente diferente», aseguró. Y contó con la ayuda de un profesor que no le dejó abandonar hasta conseguirlo.

Todo su entorno está muy impresionado. Christian ya puede conducir el coche que siempre había querido, un Smart al que ha apodado Percy.