Los partidos políticos, al igual que las religiones o cualquier otra institución con
una ideología X, organizada y regida por estatutos, debe tener un padrón de sus
integrantes y la potestad de elegir a las autoridades que respondan a su doctrina.
De no ser así, entonces no tendría absoluto sentido que existan los fundamentos
ideológicos, las doctrinas y las reglas de organización, constitucionalmente
fundamentados en la libertad de culto y asociación pacífica.
¿Se imaginan ustedes que el Papa de la Iglesia Católica sea elegido por los
protestantes, musulmanes o rabinos, etc., o que el presidente del Club Deportivo
Naco se elegido por los socios del Country Club?
El Dios y centro de los partidos políticos en la República Dominicana, es la
democracia, pero cada uno lo visualiza, venera y proyecta de una manera distinta
al otro. Precisamente por eso existe diversidad de partidos: de derecha e
izquierda; liberales y conservadores; socialistas, comunistas y capitalistas.
En esas atenciones, considero, particularmente, que tomando en cuenta la
idiosincrasia del dominicano, cualquier ley que curse en el Congreso Nacional, cuyo fin sea regular las organizaciones políticas, ésta debe mantener en vigencia la independencia funcional de los partidos, en el sentido de conservar su protestad exclusiva de empadronar y fiscalizar a sus militantes, al tiempo de que sean ellos mismos quienes elijan sus autoridades, sin la eventual o posible injerencia de otro partido con fundamentos e ideologías diametralmente opuestas.
Alfredo Lachapel.
Abogado.