La eliminación prematura de los San Antonio Spurs en primera ronda de los playoffs de la NBA huele a despedida, al final de una era de uno de los conjuntos más exitosos de la historia del deporte americano.

Porque el argentino Manu Ginóbili tiene 40 años y podría haber disputado su último partido como profesional. Porque el francés Tony Parker, de 35, acaba su contrato y porque el español Pau Gasol, de 37, ya no es el pívot que dominaba la zona hace unos años.



Tres leyendas en el ocaso de sus carreras poco pudieron hacer ante los Golden State Warriors, vigentes campeones y llamados a dominar la liga en los próximos años.



LaMarcus Aldridge, uno de los mejores interiores de la liga, no es suficiente. Y no lo es porque tampoco tuvo a su lado a Kawhi Leonard, llamado a liderar la franquicia tras la retirada de Tim Duncan.

Pero esta campaña el alero solo disputó nueve encuentros, está enfrentado con la directiva y podría ser traspasado este verano boreal.

Leonard, uno de los máximos favoritos a hacerse con el MVP en 2017, se perdió el principio de la temporada por una tendinopatía en el cuádriceps derecho y, aunque regresó el 12 de diciembre, solo pudo disputar nueve partidos al sufrir una nueva lesión en su hombro izquierdo.

La forma de gestionar su lesión lo distanció casi irremediablemente de la organización. Ni siquiera acompañó a los suyos en la serie ante los Warriors.

Kawhi promedió 25.5 puntos, 5.8 rebotes y 3.5 asistencias el año pasado, formando parte del Olimpo de la liga junto a figuras como LeBron James, Kevin Durant o James Harden. Hasta ahí llega su dimensión como jugador… y solo tiene 26 años.

Con Leonard al lado de Aldridge, Ginóbili, Gasol y Parker, los Spurs no hubieran finalizado en la séptima posición del Oeste, su peor resultado en años, ni se hubieran medido a los Warriors en primera ronda. La historia podría haber sido muy diferente… pero no lo fue y ahora solo tienen una alternativa.

– Renovarse o morir –

Los Spurs ganaron su último anillo en 2014, dando una auténtica exhibición por 4-1 ante los Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. Hace solo cuatro años de una de las demostraciones más superlativas de juego en equipo.

Pero cuatro años pesan mucho en las piernas de los veteranos. Duncan ya no está y a Kawhi, MVP de esas Finales, no se sabe si se le espera.

Desde entonces, los texanos han tropezado una y otra vez: cayeron en primera ronda en 2015 (4-3) ante los Clippers, en segunda ronda en 2016 (4-2) ante los Thunder de Durant y Russell Westbrook y en finales de conferencia el año pasado ante los Warriors por 4-0 luego de perder a Leonard por lesión en el primer cuarto cuando dominaban el marcador por más de 20 puntos.

San Antonio necesita una profunda renovación para seguir aspirando a formar parte de la élite y para luchar por un anillo que ha ganado cinco veces en las últimas dos décadas, en las que nunca se ha perdido los playoffs, pero que hoy parece más lejos de lo que pareció nunca en este tiempo.

Y es un buen momento para hacerlo, con siete de sus jugadores sin contrato garantizado para la próxima temporada, con un posible traspaso de Leonard y el interrogante de la continuidad de Ginóbili, que sí está en la nómina del equipo para la 2018-2019.

«No pienso sobre ello, es algo en lo que pensaré durante el verano (boreal). Solo pienso en el presente», dijo el de Bahía Blanca hace semanas.

«Pensar», y mucho, es algo que tendrá que hacer también la franquicia para enderezar el rumbo. El entrenador Gregg Popovich y el gerente general R.C. Buford han demostrado durante 20 años que no hay nadie más fiable que ellos para conseguirlo.