El destacado periodistas Alfonso Quiñones no quería referirse al tema, pero impulsado por una concuñada se decidió a escribir sobre el tema que está candente desde ayer… «Las Chapiadoras».

Segun dice Quiñones en su página Notaclave.com,   la chapiadora existe porque hay quienes son capaces de pagar, muchas veces no con su propio dinero, sus favores. Y después se quedan babeando por ellas.



En la Edad Media se les llamaba rameras, todo porque los prostíbulos se anunciaban con coloridas flores en forma de rama, sobre el dintel de la puerta.

Ramus ad ianuam appensus corpus vendibile significat, escribió en latín Isidoro de Sevilla por allá por el siglo VI o VII, queriendo decir “una rama colgada a la puerta, significa cuerpo a la venta”.



Ahora se venden en televisión y en las redes sociales.

Prostituta viene del latin pro (delante) y statuere (estacionado, parado, colocado). O sea algo expuesto, a la vista de todos… para ser vendido.

Heródoto (480 a. C.) las descubrió así en Historias Libro I, 199: “Los babilonios tienen una ley muy vergonzosa: toda mujer nacida en la patria, está obligada una vez en su vida a ir al templo de Venus para entregarse en él a un extranjero.

Muchas de ellas, orgullosas por sus riquezas, se desdeñan por confundirse con las otras, y se hacen llevar al templo en lujosos carruajes cubiertos. Allí permanecen sentadas, teniendo a su espalda un gran número de esclavo que las han acompañado.

Pero la mayor parte de los demás concurrentes se sientan en tierra, en un sitio dependiente del templo de Venus, con una corona de flores en la cabeza. Unas llegan, otras se retiran, viéndose por todas partes sitios circunscritos por cuerdas extendidas.

Los extranjeros se pasean por calles intermedias y eligen a su antojo una de aquellas mujeres. Cuando una de las presentes ha tomado asiento en el lugar sagrado, no puede volver a su casa sin que algún extranjero le haya arrojado dinero en el regazo, y sin que haya tenido comercio con ella fuera del sagrado recinto. Al arrojarle el dinero, el extranjero le dice: ‘Invoco a la dios Melita’”.

El origen etimológico de la palabra puta, parece venir, según la página 548 el Dictionaire etymologique de la langue latine, (1932), de Alfred Ernout y Alfred Meillet, del latin putta, que se usó con el significado de meretrix, tal y como lo utilizó Gregorio de Tours (S. VI d. C.).

En Roma hubo una prostituta muy famosa Scylla, quien fue retada por la emperatriz Mesalina a ver quién satisfacía a más hombres en una noche, pero aconsejada por el emperador Claudio, se dejó ganar para no ser asesinada; tiempo después ella misma salvó la vida del emperador.

El gran poeta latino Catulo (87 a.C.-57 a.C.) que tuvo de meretriz a Lesbia, cuyo nombre real probablemente haya sido Clodia, hija de una familia pudiente, pero casquivana por naturaleza, porque recibió buena educación en Griego y Filosofía.

Tras dos matrimonios, tras lo cual se empezó a conocer como una mujer de vida alegre, tomando varios amantes, entre ellos posiblemente al poeta Catulo, quien perdería el favor de Clodia y, celoso y encolerizado, empezó a escribir contra ella.

Otra de sus aventuras causó un gran escándalo, la que mantuvo con Marco Celio Rufo, el amigo de Catulo. Después de terminar la relación con Celio en 56 a.C., Clodia le acusó públicamente de intentar envenenarla. Hubo acusación de asesinato y un juicio.

El defensor de Celio era Cicerón, que la trató muy duramente, (discurso Pro Caelio) ya que tenía un interés personal en el caso, porque su hermano Publio Clodio era su enemigo político más acérrimo. Quizás la palabra «celo» viene del enfrentamiento entre Celio y Cátulo.

Pues bien, así la dejó inmortalizada el gran Catulo:

Nuestra Lesbia, Celio, aquella Lesbia,
aquella Lesbia a quien Catulo amó,
más que a sí mismo amó, más que a todo lo suyo amó,
ahora en esquinas y en callejuelas
se las pela a los magnánimos nietos de Remo.

Bizancio, situada en la actual Estambul de Turquía, fue la capital de Tracia, una provincia griega, fundada allá por el año 600 y tantos antes de Cristo.

Pues bien, en esa ciudad existió una famosa mujer llamada Teodora de Bizancio, que fue prostituta desde los 16 años, y era famosa por su característico striptease.

Esta mujer se convirtió en emperatriz de Bizancio cuando el príncipe Justiniano, heredero al trono, se casó con ella; y decretó diversas leyes a favor de las prostitutas.

La prostitución tuvo un gran desarrollo en Grecia, con prostitutas y prostitutos jóvenes desde los más bajos hasta de mayor nivel y de mayor precio, como las heteras, que eran refinadas y cultas -no es el caso de las chapiadoras-, que cobraban muy caro por sus servicios.

Pero en Roma no había esa abundancia y variedad, por lo tanto cuando el
Imperio Romano incorpora a Grecia, incorpora también a las prostitutas, que influyen de manera decisiva en la sociedad romana, pues las romanas comienzan a hacerse llamar con nombres griegos y hasta se aprenden frases en griego para encandilar a los hombres y hacerles creer que son griegas o han tenido algo de experiencia griega.

Por eso muchas de las cabañas, sobre todo esas que usted ve en la carretera cuando arriba a Santiago de los Caballeros, tienen nombres griegos. Cuestión de cultura.

Este mismo proceso ocurrió en Europa desde el siglo XIX, con el caso de Francia. La fama popular de que las francesas eran las más expertas y refinadas en el sexo, impuso que las prostitutas cambiaran sus nombres por nombres franceses como Colette, Madame Pompadour, Victorine… etc.

Madame de Pompadour.

Madame Pompadour fue mecenas de científicos y artistas, tuvo gran influencia en La Ilustración; llegó a ser una gran influyente cortesana de Versalles y luchó por los favores del rey Luis XV contra la duquesa de Chatearoux, quien terminó en un convento.

Olympia (1863), de Edouard Manet, obra que se encuentra en el Museo Orsay de París. La modelo fue Victorine Meurent.
Hubo una Victorine Meurent, francesa, que comenzó a trabajar como modelo a los 16 años, sin embargo su necesidad la llevó a la prostitución; su fama se debe a que se convirtió en la amante y musa del pintor Edouard Manet (1832-1883); además de que con el tiempo ella también fue pintora.

Como se puede ver el tema ha sido pródigo a lo largo de la historia. Y no podía quedar fuera de esta civilización del espectáculo, como muy acertadamente le llamó Mario Vargas Llosa. Solo que no hay Catulos que canten a chapiadoras, ni Manets que las pinten en lienzos, y las inmortalice.

A lo más reggaetoneros que las cantan y más que ensalzar, las desguazan. Pero eso, según parece, tampoco va a formar parte de ninguna cultura, ni ninguna historia