Las riquezas del Cielo son infinitas, y nunca pondrán calcularse porque sobrepasan todas las medidas; nuestra mente ni siquiera tiene la capacidad para entender la dimensión de éstas. Su Palabra dice que las calles del Cielo están pavimentadas en oro como cristal transparente y la muralla está hecha en diamante adornada con piedras preciosas.

Esto tiene que abrirnos los ojos para entender que nuestro Dios no es pobre; es rico. Por eso no puedes conformarte con la situación financiera que tienes y pensar que está bien la forma en que vives. Dile “No” a la situación de escasez porque si Él tiene posesiones, nosotros que somos Sus hijos también debemos tenerlas. Porque ¿qué padre que tiene no da de lo suyo a sus hijos para que vivan bien?



Muchos piensan que vivir bien es vanidad, y por eso nos cohibimos de pedir cosas buenas. Atrévete a pedir todo lo que has soñado, porque si las calles son de oro ¿por qué no podemos tener un buen carro, una buena casa, vestir bien y disfrutar de los bienes que Él nos da?



Pide sin temor, y no le pongas límites a lo que vas a pedir, porque del tamaño que mires a tu Dios de ese mismo tamaño será tu petición. Y Él es grande; entonces, pide en grande. Aprende a pedir para que sepas disfrutar de todas Sus riquezas.

Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios