Para las prostitutas rusas, el Mundial-2018 y su audiencia masculina auguraban una buena temporada. Pero en realidad, muchas se mantendrán alejadas del evento futbolístico para evitar la fuerte presión policial.
«La mayoría de los prostíbulos están cerrando, la policía advierte que aquellos que se mantengan abiertos lo harán por su cuenta y riesgo», explicó a la AFP Irina Maslova, que dirige Serebriannaya Rosa, una asociación de defensa de los derechos de las prostitutas.
Al final, solo los prostíbulos con suficiente protección de la policía y las autoridades –a cambio de una parte de sus ganancias–, podrán operar durante el Mundial de Rusia-2018 que empieza el próximo jueves hasta el 15 de julio.
Celebradas como «las mejores del mundo» por el presidente ruso Vladimir Putin, eran muchas las prostitutas que recorrían las calles durante la década de 1990, marcada por la liberalización social y el empobrecimiento de una parte de la población tras la caída de la Unión Soviética.
Pero estos últimos años, las autoridades endurecieron el tono de manera progresiva, forzando a las trabajadoras del sexo a pasar a la clandestinidad. El sector también se vio golpeado por la crisis financiera de 2014, que se tradujo en una reducción de la demanda y de las tarifas.
Rusia, que invirtió miles de millones en este evento deportivo, busca dar una imagen limpia y sin incidentes.
Durante los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, en Sochi (sur), la policía puso multas más severas que de costumbre a las prostitutas, e incluso en algunos casos hasta las condenaron a la cárcel por el tiempo que se realizaba aquel evento deportivo.
En 2003, durante el 300 aniversario de San Petesburgo, Irina Maslova fue aislada durante 48 horas. Otras mujeres fueron llevadas fuera de la ciudad durante el periodo que duraron las celebraciones.
«Para evitar ese peligro, para proteger sus vidas, su salud, su seguridad y a veces su reputación, (las prostitutas) abandonarán la ciudad porque quedarse en lugares donde va a haber un gran acontecimiento es simplemente imposible», admitió Maslova.
– Lecciones de inglés –
Pero si bien la prostitución es ilegal en Rusia, los clubes de estriptis sí son aceptados y ahora se frotan las manos mientras se preparan para aumentar sus ganancias tras varios años de vacas flacas.
«Nosotros esperamos un gran flujo de clientes, al menos dos o tres veces más que lo habitual», afirmó a la AFP Lucky Lee, propietaria del club Golden Girls, en el centro de Moscú.
Con el fin de poder atender a su clientela extranjera, el club ofreció lecciones de inglés a sus empleadas. «Se trata de lecciones de inglés básico, discutimos temas variados: cómo reservar un hotel, cómo hablar con los clientes», afirma Melanie, una mujer de 29 años que practica el estriptis.
«Estaría bien que hubiese más trabajo durante el mundial… todo el mundo sufre» la crisis, agrega esta mujer que trabaja desde hace seis años en Golden Girls.
Mientras antes oscilaba entre los 4.200 y los 8.500 euros los salarios de las bailarinas, hoy en día oscilan entre los 1.700 y los 4.200 euros, explica Lucky Lee. Según ella, las sanciones impuestas por los países occidentales tras la anexión de Rusia de la península ucraniana de Crimea en marzo de 2014, tuvieron mucho que ver con la notable caída de la moneda rusa.
– Sexo con muñeca «no es engaño» –
En mayo, Dmitri Alexandrov abrió en Moscú la primera franquicia del Lumidolls Sex Hotel de España. Los hombres pagan 5.000 rublos (70 euros) por pasar una hora en compañía de una muñeca de silicona y con senos desproporcionados.
Como Lucky Lee y Melanie, este emprendedor también espera un aumento del número de clientes gracias al Mundial de fútbol.
«La mayoría de los aficionados van a venir sin sus parejas», dice acompañado por Lolita y Alise, las dos modelos más populares de su hotel. «El sexo con muñecas no es engaño, en la mayoría de las parejas», dijo.
Como buen hombre de negocios, tiene previsto poner a las muñecas la camiseta del equipo del cliente, si así lo piden.
Maslova, que asistió a la inauguración del Lumidolls Sex Hotel, se alegra de ver que lleva la inscripción de «Primer prostíbulo legal» en Rusia.
«Eso permite que la gente reflexione sobre esta frase», estima esta mujer cuya asociación lucha por descriminalizar la industria del sexo en su país.