Nosotros carecemos de paciencia y queremos que las cosas se hagan en el momento que lo decidimos. Pero no es así porque el único que sabe todas las cosas es Dios y nada fuera Su plan se activará.
Podemos orar, gemir, llorar, clamar, y nada Lo hará cambiar, porque Su deber es cuidarnos. Aunque no lo entendamos y pensemos que es injusto, Su amor es tan grande que nada que pueda dañarnos permitirá que se acerque a nosotros.
Nuestros sentimientos, deseos y necesidades nos ciegan; pensamos que son lo mejor y entramos en una lucha por alcanzarlos ¿Quién sabe lo que nos conviene, nosotros o nuestro Creador? No hay duda de que Él es quien sabe. Por eso, si algo se demora o no se da, digámosle “Gracias, Papá, porque Tú estás guardándome”. Aun si el enemigo se opone y Él decidió dárnoslo, no importa quién interfiera; Él es Soberano y nada puede detenerlo.
Deja que Él haga todas las cosas y, cuando la impaciencia llegue, dile que no va a dominarte, porque tú estás confiado en que el día y la hora de tu bendición el Cielo los sabe, que esperarás pacientemente porque más y mejor de lo que pediste Él te dará.
Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios