Dios conoce nuestra aflicción y nuestro dolor; no es indiferente como pensamos. Al contrario, Él está buscando un pueblo que se rebele a su condición de esclavitud y clame sin cesar hasta el rompimiento de sus cadenas.

En nosotros habita una naturaleza conformista y poco luchadora, la cual se deja arrastrar por las circunstancias; nos acostumbramos a ella, haciéndola parte nuestra. Dios no quiere eso. Por el contrario, quiere despertar un espíritu de valentía y de lucha en el cual podamos permanecer todo el tiempo con las manos levantadas y alzando nuestra voz sin parar.



El conformista muere en el desierto esperando una oportunidad, pero nosotros tenemos que buscar las oportunidades porque Cristo nos dejó el camino preparado para tomarlas. Solamente tenemos que declarar Su Palabra, lo cual es la garantía de nuestra liberación.



El pueblo de Dios pasó muchos años en esclavitud y Faraón se ensañaba cada vez más en contra de ellos. Pero el pueblo se rebeló y clamó al Señor; y su clamor, a causa de su servidumbre, Dios lo escuchó y actuó de inmediato a favor de ellos. Cuando clamamos, Él actúa y envía Su respaldo, para abrirnos el camino y romper los yugos.

Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios.