Por Robinson R. Gálvez Lay: El nombre con el que titulo este escrito, debe llamar a preocupación a toda la sociedad, puesto que desde hace unos años a la fecha, es precisamente la juventud que está en las calles y no haciendo el bien, sino el mal.
Cuando hablamos de delinquir, nos referimos al verbo intransitivo, cuyo significado es cometer un delito. Recuerdo que este accionar lo veíamos en personas con cierto nivel de madurez, conocimiento, vivencias o experiencias, entiéndase un hombre de 34 ó 40 años y hasta más.
Sin embargo, hoy día esta fatalidad la estamos viendo en jóvenes que no pasan de 20 años, cuando más 25, por lo que pretendo hacer el llamado a través de este artículo a la reflexión, no sólo a las autoridades, sino a los padres, tutores, profesores, padrinos, etc.
Recuerdo mis años de infancia y adolescencia, cuando solía estar con mis contemporáneos, el entusiasmo de una esquina de la época, era para estar en los juegos que acostumbrábamos; el topa cadena, cero mata cero, la plaquita, bolitas, gomitas, el escondite, la misma botellita (por qué no?), entre otros.
La esquina de los jóvenes o adolescentes de hoy, es totalmente diferente, son puntos de drogas o escenarios de planificación de algún delito, muchas veces en el mismo barrio, y otras veces fuera del mismo.
Pero la diferencia de una época y la otra radica en cómo nos imponían el buen comportamiento y las cosas, en aras de lograr el buen manejo con los adultos, con los vecinos, con los mismos compañeros, con quienes peleábamos inclusive por una trampa en uno de los citados juegos, pero hasta eso extrañamos hoy.
El caso más reciente que consternó a la sociedad, es el asesinato a la joven Anneris Peña Pérez de la joyería en la Calle El Conde, por Henry Daniel Lorenzo, alias Jhovanny el caminante, de tan sólo 21 años de edad.
Este caso es una muestra fehaciente del vacío existencial, paupérrimo y miserable espíritu en una clase caracterizada por la vanidad, el yoísmo, delincuencia, falta de unidad familiar, menores embarazadas a destiempo, jóvenes criados sin sus padres, sin un patrón a seguir, etc.
Muy lamentable los ejemplos que se ven al día de hoy, sin el paradigma que mi generación y la siguiente tuvieron, muestra total de la necesidad de un rotundo cambio de accionar en los Gobiernos, los políticos, los empresarios, los educadores, y el fortalecimiento de instituciones dedicadas a velar por los cambios que requiera nuestra sociedad.
Ojalá los deportistas de hoy no hagan un stop al buen ejemplo que generaciones pasadas nos dieron, ellos que sí sirvieron como un buen patrón paradigmático para los adolescentes y jóvenes que seguían su accionar en buena lid.
Cuidemos República Dominicana!