Cuántas personas no pueden disfrutar de la vida a plenitud por estar llenas de complejos los cuales no les permiten aceptarse como Dios los creó. Siempre se la pasan añorando lo que no tienen y deseando ser como el otro. Tenemos que saber que todo lo que Dios hace es bueno. Él nos hizo a Su imagen y semejanza, por lo tanto no existe otro patrón de comparación que podamos usar ni fotografía donde podamos compararnos.

Él no busca rostro ni cuerpo; solamente busca un corazón hermoso que alabe, adore, salte y ría de saber que es semejante a Él; que nada le robe el gozo y que muestre con sus actitudes que se acepta a sí mismo y está satisfecho de cómo es.



Si no batallamos contra esto pasaremos la vida lamentándonos y buscando un modelo para parecernos. Luego lo genuino y auténtico de nosotros nunca se conocerá por estar escondido y no darle valor. Es paradójico que lo que no aceptamos es lo que el otro quiere de nosotros.



Empieza a buscar la belleza que hay en ti y te darás cuenta de que tienes atributos los cuales no habías visto y recién ahora estás descubriendo, como una linda sonrisa, unos ojos expresivos y sobre todo un corazón igual al de Él.

Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios.