El martes, en medio de la alegría por el triunfo de Argentina ante Nigeria, comenzaron a circular tres audios de WhatsApp donde se decía que Diego Maradona había muerto. Todo resultó ser una mentira. Pero más de uno se creyó que era cierto y lo comenzó a pasar sin cesar. Así, en pocos minutos, el audio se convirtió en viral.

WhatsApp es una plataforma que utilizan mil millones de personas a diario. Su popularidad lo convirtieron en el sitio ideal para difundir todo tipo de contenidos: desde saludos, cadenas de pedidos o memes hasta noticias falsas.



Se comparten alertas sobre epidemias inexistentes, pedidos de ayuda para gente que no existe o murió, atentados que nunca ocurrieron, difamaciones o promociones que solo son anzuelos para que un usuario haga click en un sitio donde será víctima de algún ciberengaño.

Si bien puede ser un espacio valioso para estar comunicados e informados, a veces se convierte en un espacio que lleva a la desinformación, el miedo y la pérdida de tiempo.



WhatsApp crece en influencia

En el último tiempo, WhatsApp comenzó a crecer en influencia como medio para informarse. El dato surge de un informe que analizó el caso en 36 países y fue elaborado por el Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, con el patrocinio de la BBC y Google, entre otros.

Facebook sigue siendo la red social más utilizada en el mundo pero, en un año, disminuyó su uso como medio para informarse en más de la mitad de los países analizados.

El escándalo Cambridge Analytica y la difusión de noticias falsas hizo que la gente se comenzara a alejar (aunque no del todo) de la red social creada por Zuckerberg.

En lo que respecta a plataformas sociales, los usuarios empezaron a migrar a otros medios, como WhatsApp (que también es propiedad de Facebook). Este servicio es la segunda red social más utilizada para informarse en 9 de 36 países y está tercero en otros cinco países. En promedio, el uso de WhatsApp para consumir noticias en todo el mundo aumentó en un 15% tan solo en un año.

Por qué se viralizan las mentiras y las noticias falsas

Este servicio de mensajería instantánea ofrece encriptación, lo cual le hace sentir a los usuarios que hay mayor nivel de privacidad. A su vez, los servicios de chat permiten comunicarse con una red de usuarios menor y más personalizada que en redes sociales como Twitter o Facebook.

Para muchos, WhatsApp es la manera de escapar a foros más públicos, donde se dan debates «a la vista de todos». También se siente más confiados si reciben un audio o texto por esa vía porque les llega el mensaje reenviado de una persona que conocen.

«La raíz del problema de la viralización de noticias falsas es que las personas creen más en sus contactos que en otra fuentes relevantes de información. La gente tiende a decir si me lo mandó un amigo o un familiar en quien yo confío, lo puedo difundir. Importa más quién me lo mandó y cómo llegó que el autor originario de esa información», explica Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación y autora del libro Ruidos en la web, en diálogo con Infobae.

Si encima ese mensaje que llega es un alerta, un «dato jugoso» (como la supuesta muerte de una celebridad, la infidelidad de un famoso) o un importante descuento hay muchas más chances de que el mensaje se viralice.

En todos los casos, «la clave del éxito» depende de apelar a la emoción de la persona generando miedo o curiosidad; o bien darle un dato que podría afectar de alguna manera en su seguridad, economía o salud.

Qué se puede hacer

La consigna siempre es la misma: estar informados y saber discernir. Antes de reenviar un mensaje es conveniente hacer una búsqueda en la web para saber si esa noticia o dato es real. Si la información es cierta probablemente figure en medios o portales que se consideran confiables.

«Los primeros sitios que figuran en una búsqueda no necesariamente son los más fiables», alerta Morduchowicz. El usuario se debe preguntar dónde aparece la información, analizar qué tipo de sitio es y qué trayectoria tiene, y a su vez, buscar el dato en más de una fuente fiable, sugiere la especialista.

Es cierto que si se trata de una supuesta primicia es posible que el tema no se encuentre publicado en ningún sitio confiable justamente porque es algo nuevo, pero entonces ahí habría que hacerse la siguiente pregunta: ¿debería compartir algo que no sé si es cierto?

«El problema es la falta de información y criterio para distinguir cuáles son las informaciones relevantes y las confiables. Si se formara a la gente en cómo distinguir relevancia y confiabilidad de una información no pasaría lo que está pasando en todo el mundo con la difusión de noticias falsas», explica Morduchowicz.

Y añade que se debería comenzar a enseñar en las escuelas «alfabetización informacional» que consiste en aprender a leer de manera reflexiva y crítica la información.

Por su parte, Marcelo de Vincenzi, decano de la facultad de tecnología de la UAI explica que «hay que medir las consecuencias de compartir información. No nos damos cuenta de que la viralización de información puede generar desinformación. Es muy importante tomar conciencia y hacer campañas para favorecer el entendimiento de las consecuencias que puede tener esto

Existen algunas técnicas básicas para hacer una verificación básica sobre la veracidad de un dato. En caso de que se trate de una norma o ley se encontrará en el Boletín Oficial, por ejemplo. También se puede hacer un chequeo básico de los nombres o datos que se mencionan en el audio o texto. Hace un año se viralizó un mensaje de una tal «Karelis Hernández directora de WhatsApp». Bastaba con hacer una búsqueda para saber que no hay una Hernández liderando esa plataforma.

Para saber si una foto vieja se está vinculado a un supuesto hecho actual basta con hacer una búsqueda inversa en Google Imágenes.

Dentro de Chrome, hay que pulsar el botón derecho sobre la imagen y elegir «buscar imágen en Google» allí se verá todos los sitios donde aparece esa foto. En poco tiempo se podrá saber si se trata de algo nuevo o viejo. De ese modo, por ejemplo, se podría descubrir si la imagen que se utiliza para mostrar una supuesta catástrofe hoy en Buenos Aires no es en realidad la foto de un suceso ocurrido en 2010 en alguna otra parte del mundo.

Existen otras herramientas como el sitio Fotoforensics que permite saber, por ejemplo, si una imagen fue editada o alterada con algún programa.