Una Brasil triste y plana pululaba atenazada este lunes al comienzo del partido de octavos frente a México cuando Neymar despertó a los suyos, los iluminó con su fútbol y, con un gol en la segunda mitad, los hizo avanzar con paso firme a cuartos de final del Mundial de Rusia-2018.
En los primeros 20 minutos los aztecas dominaban la pelota y llegaban al arco de Alisson sin demasiadas dificultades. La Canarinha, partida, era incapaz de crear peligro ni tampoco de detenerlo y, así, los pupilos de Juan Carlos Osorio fueron sintiéndose cada vez más fuertes, hasta el punto de rozar el gol en varias ocasiones.
Neymar dejó un tímido intento, con un disparo lejano que despejó Guillermo Ochoa en el primer cuarto de hora, para recordar a todos que seguía ahí. Que, a pesar de haberse perdido los últimos tres meses de competición por una lesión, a pesar de no haber mostrado su mejor nivel, seguía siendo el faro que todos buscaban.
«Neymar hizo un verdadero partidazo ante Serbia (en el último duelo de la fase de grupos). Jugó demasiado bien. Sabe y nosotros sabemos el precio que él ha pagado para regresar a este nivel. Ha sufrido mucho, pero ha regresado a su máximo nivel», comentó su técnico, Tite, la víspera del duelo contra México.
El «jogo» de los brasileños, sin las apariciones de su astro, fue más especulativo que «bonito».
Pero, a los 25 minutos, Neymar apareció por fin y mostró el camino que a la postre los llevaría al triunfo. El exdelantero del Barcelona, hoy en las filas del París Saint-Germain, agarró el balón en la frontal, dejó sentado a un rival con un regate imposible y cruzó un disparo que solo un milagroso guante de Ochoa consiguió salvar.
Segundos después, lanzó una falta que, tras varios remates de sus compañeros, estuvo a punto de subir el ‘1’ en el marcador.
Dos acciones consecutivas para levantar el espíritu de un equipo, hasta entonces, apagado.
– Peligro constante –
Neymar se animaba y los suyos crecían a la vez que México cada vez se hacía más «chiquita». De los efusivos intentos del comienzo, el Tri pasó a vislumbrar el abismo desde lejos, con el fantasma del maleficio del quinto partido rondando una y otra vez. No habían sido capaces de materializar su superioridad en el resultado y temían que la Seleçao se lo hiciera pagar más pronto que tarde… como así fue.
Neymar lo volvió a probar con una falta en el 39 que se marchó por encima del horizontal, se internó por la izquierda tras la reanudación para servir un tanto a Coutinho que no entró por poco y, a continuación, no erró.
Willian se inventó a los 51 minutos una oportunidad de la nada, cruzó demasiado su zurdazo y, en el segundo palo, Neymar emergió con fe inquebrantable para adelantar a Brasil, máxima favorita al título tras las prematuras eliminaciones de Alemania, España y Argentina.
– El faro ‘verdeamarelho’ –
Neymar festejó con rabia. Con la lesión aún fresca en su cabeza, el delantero señaló el campo al grito de «Yo, aquí», mandó callar a sus críticos y hasta se subió encima de los hombros de Paulinho en señal de victoria.
El atacante del PSG acababa de anotar el sexto tanto de su carrera en una Copa del Mundo, el primero en una fase eliminatoria, superando así al portugués Cristiano Ronaldo y al argentino Lionel Messi, incapaces de ver puerta en las rondas del KO.
Y no se conformó con ello. Siguió dejando regates, disparos peligrosos y la asistencia del definitivo 2-0 a Roberto Firmino al final de la contienda (88).
«Tenemos que aprender a sufrir. Fue sufrido, un partido muy difícil. Sabíamos de la calidad del rival», comentó el delantero tras el choque.
Su trabajo estaba hecho: Brasil estaba en cuartos y él era ya la estrella más luminosa del firmamento ruso.