De Alfonso Quiñones en Notaclave.com. | El martes 24 de julio en la Cámara de Diputados se discutió el proyecto de Ley de Mecenazgo Cultural, que lleva varios años esperando por ser considerada.
Se trata de un proyecto de ley muy bien pensado, que busca el apoyo de las empresas privadas para el desarrollo de algunas de las manifestaciones del arte más deprimidas en el país, como por ejemplo el ballet, la danza, el teatro, las artes plásticas, las expresiones del folclor, la literatura.
José La Luz, uno de los comentaristas de El Zol de la Mañana hizo una intervención este miércoles sobre el tema donde hizo algunas aseveraciones preocupantes.
Su enfoque sociológico del fenómeno cultural no está reñido con la verdad en algunos puntos, pero en otros son realmente ofensivos, sobre todo para quienes llegan al mundo con un talento que desarrollan con muchos estudios y esfuerzos, me refiero a los actores de teatro, a los bailarines de ballet o danza contemporánea, a aquellos que pertenecen al mundo de la espiritualidad, que no solo de dinero vive el hombre.
Entre los sectores menos privilegiados del país está el sector cultural. No es una cuestión del gobierno del PLD, es un mal endémico.
Y es un fenómeno que se da no solo en República Dominicana. Dicho sea de paso, los cineastas cubanos han hecho presiones para tener una Ley de Cine gracias al ejemplo de la dominicana. Sin embargo, el concepto de nación pasa intrínsecamente por esas expresiones del arte que tienen que ver también con el folclor, el teatro, sea clásico o experimental, la danza sea ballet clásico o contemporánea y demás manifestaciones del arte.
La Luz expresó que “La constitución condena los privilegios. Todo el mundo debe ser igual ante la Ley”, afirma. Y casi enseguida se pregunta “¿Qué es la cultura?” y reconoce que cuando se va a su raíz etimológica, viene de cultivo. Que luego se transforma en expresiones artísticas.
“Pero ojo con eso que aquí viene otra agravante. Hay muchas de esas expresiones artísticas que tienen un carácter ya de… antigüedad. Que no son competitivas…”, dice.
“Porque al cine tú lo incentivas y el cine te puede dar una tasa de retorno. Porque el cine es competitivo como industria. Porque la gente consume cine. Pero, ¿quién consume ballet? ¿Quién consume danza? Entonces el Estado tiene que saber que independientemente que uno puede estimular esos nichos de la cultura, no va a tener una tasa de retorno, porque ya eso no es competitivo.
Pero no es competitivo porque la República Dominicana no apoye la Cultura. No es competitivo porque eso son expresiones de una sociedad que está muriendo. De una sociedad que ya no existe.”, expresó durante su intervención el destacado comentarista José La Luz en El Zol de la Mañana.
Enseguida sancionó: “¿Por qué existe la ópera? Porque no había micrófonos para amplificar la voz. Por eso la ópera tuvo esa época de grandeza. ¿Por qué se hacían las representaciones en la ópera y el teatro? ¡Porque no había tecnología! Para hacer un performance a nivel de cine con efectos visuales y con efectos de audio y con efectos de luces. Ahora con la tecnología, tu no tienes la necesidad de montar una ópera”.
Y continuó argumentando que “ya la tecnología te permite hacer unas representaciones muchísimo más complicadas en término de tecnología, que antes era imposible porque no existía. La mujer o el hombre tenían que cantar duro y fuerte porque tenían que llegarle a todo un auditorio o todo un escenario. Pero con el micrófono ya no hay necesidad de cantar como un barítono o como un tenor…”, expresó el también diputado.
“Eso no es necesario. Tú puedes reconocer las buenas voces. Pero bueno, la sociedad nueva está consumiendo otro tipo de cultura. ¿O el dembow no es cultura? ¿O el reggaetón no es cultura? ¿O acaso la cultura pop coreana, lo que está llenando los estadios en Corea… son hologramas? ¡Son hologramas virtuales los que van a Corea y llenan los estadios! Un holograma es una artista visual que no existe en la práctica. ¿Y eso no es cultura? Claro es cultura de la sociedad web”, subrayó.
Seguidamente pidió tener cuidado con lo de los incentivos fiscales en la Ley de Mecenazgo, porque según él primero hay que definir “lo que es Cultura de verdad”, porque desde su punto de vista todos los sectores se van a sentir representados ahí y van a exigir que se les den exenciones fiscales o incentivos fiscales. Y puso por ejemplo a los que hacen tabacos en Villa González, que definió como un espectáculo cultural y que ellos dirían que son elegibles para esa ley.
“Yo creo que sí, que hay que seguir manteniendo viva esas tradiciones. Los que bailan -como es que se llama- esos que bailan vestidos con muchas rayas y un sombrero de paja…”, dijo.
Luego entró la llamada de quien suscribe. Realmente yo no creía lo que estaba escuchando y realmente dije par de excesos que debido a mi indignación rebajaron la altura de lo que pudo ser un debate inteligente. Pero expresé mi indignación exaltadamente y dije que eso era pensamiento fascista, y que decir cosas como las que había escuchado eran idioteces, etc. Y ahí se armó el gallinero.
Analizar en perspectiva
El ideólogo ultraconservador nazi Herman Wilhelm Goring fue quien expresó “cuando escucho la palabra cultura, saco mi revolver”.
Desde tiempos de los egipcios se sabe que el pueblo que debilita su identidad entrega su soberanía. La identidad de un pueblo pasa no solo por las expresiones populares sino también por las expresiones cultas. El fascismo, los fundamentalismos teológicos y los ignorantes, odian la cultura. Obvio, no es el caso de José La Luz.
Uno de los principios más cínicos del neoliberalismo es que no hay que matar a la cultura, sino que hay que dejar que muera, que es lo que deja dicho entre líneas José La Luz. Que la cultura agonice en el vacío del apoyo estatal y en la indiferencia común del ciudadano, usualmente ineducado para comprender que cultura es identidad, que identidad es gobierno y democracia, que democracia es igualdad y que igualdad es soberanía. La reflexión es del escritor hondureño Julio Escoto, pero la hago mía.
Confieso que fui muy duro al decir que eso era un “pensamiento fascista”, pero lo hice no para agredir a nadie y menos a La Luz, sino para llamar la atención porque por ese camino de ideas, justificando que no se apoye a esas manifestaciones del arte porque no son dizque competitivas, se justifica que deban desaparecer las tribus originarias del Amazonas por el simple hecho de que no producen bienes de consumo masivo.
O que la manera tan estéticamente revolucionaria y alternativa de asumir la realidad dominicana por parte de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, no merece ser apoyada. O que no importa que un actor del grupo Teatro Rodante, que recorren el país llevando arte en parajes insospechados con obras donde la gente se ve de algún modo reflejado, gane la vergüenza de 12,000 pesos al mes porque lo que ellos hacen… no es competitivo. ¿Debí decir que ese tipo de afirmaciones tiene un sonsonete de sonoridad fascistoide?
Luego existe algo que La Luz no menciona y que se llama industrias culturales, que han demostrado que pueden ser como él mismo dice “competitivas”.
Aunque en verdad, las artes no existen porque exista el micrófono o no, o para ser competitivas, por mucho que se vean desde el punto de vista comercial o mercadológico. Porque las leyes que se mueven en el ámbito intrínseco de la cultura artística no son las mismas que se mueven por ejemplo para la producción agrícola.
Como se mueve por los caminos inescrutables de la espiritualidad, la cultura ayuda al hombre a encontrar su dignidad, o a preservarla.
Solo la demagogia populista puede pretender que la música urbana sustituya el otro extremo, la demagogia elitista, porque la ópera o el ballet… no son competitivos, y están muertos…
Ni uno ni otro, creo que ambas formas, la culta y la popular tienen que darse la mano. Y el día que el 4% de la Educación sea dirigido también no solo a formar artistas (sean aficionados o profesionales), sino a formar entes que sepan apreciar las artes, seremos una nación mucho más feliz, productiva y digna.
Hablando de productividad. Una relación activa y permanente con las distintas manifestaciones del arte, incluyendo sí, el ballet, el teatro, la lectura, los museos, las artes visuales, etc., permiten que se desarrollen en el cerebro los mecanismos creativos de respuesta ante las crisis, por parte de los obreros, ingenieros, etc. de una industria. Lo probé yo en mi tesis cuando era estudiante. Y funciona para todo. ¡Imaginemos si todos nuestros legisladores tuvieran esa capacidad de discernir en temas artísticos como en temas científicos y políticos, educativos y legislativos, qué clase de congreso tendríamos!