La oración es algo indescriptible. Nos hace vivir experiencias inolvidables en comunión con el Espíritu y nos lleva a esperar la respuesta de Dios en paz, sabiendo que el tiempo no cuenta porque Él responderá. Pero en este tiempo es que nos desesperamos y nos desanimamos, porque no estamos acostumbrados a esperar.
Entonces creemos que Dios no actuará. Mas ese tiempo es valioso pues es entonces cuando se prueba nuestra fe; porque la fe es certeza, es convicción. Y cuando estamos convencidos de quién es Dios, no importan el tiempo ni las circunstancias; solamente sabemos que Él lo hará. Esto nos lleva a orar por largos períodos sin desmayar.
Si hay desánimo, si hemos perdido el deseo, porque hemos orado y no hemos visto respuesta, es tiempo de renovar nuestra vida de oración y no permitir que algo nos debilite. Porque Ana quería un hijo, y oró por mucho tiempo, pero un día Dios se acordó de ella y le dio a su Samuel. Así mismo Él se acordará de ti y te dará los deseos de tu corazón.
Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios