La publicación de un abrasivo artículo de opinión del The New York Times por un supuesto alto funcionario de la administración Trump que describió al presidente como amoral y como responsable de «decisiones imprudentes» ha llevado a la Casa Blanca a un caos sin precedentes.

La revelación explosiva de una «resistencia» interna en el gobierno describe una Casa Blanca en la que los asesores pretenden frustrar las «peores inclinaciones de Donald Trump para proteger las instituciones democráticas de Estados Unidos.



¿Pero este polémico editorial es precursor de un golpe contra Trump o de una crisis constitucional? Es improbable, dicen los expertos.

Aquí hay tres preguntas clave sobre ese ensayo anónimo:



  • ¿Hay un precedente histórico? –

Altos funcionarios se han rebelado contra su comandante en jefe desde los días de George Washington. Lo que hace que esto sea diferente es la medida en que el funcionario anónimo dice que los asesores están trabajando para frustrar la agenda de Trump, pero también la plataforma pública a través de la cual se emitió el mensaje.

«No hay precedentes en la historia de Estados Unidos», dijo a la AFP James Thurber, profesor del gobierno y experto en estudios presidenciales de la American University.

Algunos paralelismos han existido, incluido un incidente en 2013, en el que un funcionario autoidentificado usó una cuenta anónima de la red Twitter para criticar a los asistentes del presidente demócrata Barack Obama.

Pero esa persona, más tarde atrapada en una operación encubierta y despedida, era un experto de nivel medio del Consejo de Seguridad Nacional, lejos de ser un «alto funcionario» como el que el Times dice que escribió el ensayo.

«El único precedente moderno es Garganta Profunda durante Watergate», indicó el politólogo Larry Sabato del Centro de Política de la Universidad de Virginia, refiriéndose a la famosa fuente de la administración de Richard Nixon que tuvo el periodista del Washington Post, Bob Woodward, y que mantuvo su identidad en secreto durante 31 años.

  • ¿Se está gestando una crisis constitucional? –

El exsecretario de Estado de Obama, John Kerry, dijo que el artículo de opinión era una confirmación más de que la presidencia de Trump se ha «descarrilado» y le dijo a la cadena CNN que «esta es una genuina crisis constitucional».

El autor del ensayo escribió que había «rumores» dentro del gabinete de invocar la Enmienda 25, que permite a los miembros del gabinete como grupo notificar al Congreso si creen que el presidente ya no puede llevar a cabo sus deberes.

Y justo un día antes del editorial anónimo, extractos abrumadores del nuevo libro del periodista Woodward sobre la presidencia de Trump dieron fuerza a la idea de que una crisis severa se estaba apoderando de la sede de 1600 Pennsylvania Avenue.

El periodista ganador del premio Pulitzer escribió sobre asesores que trabajaban entre bastidores para contener al presidente, llegando incluso a arrebatar una carta de cancelación de un acuerdo comercial del escritorio de Trump, e ignorando al presidente cuando instó al Pentágono a matar al hombre fuerte sirio Bashar al-Asad.

«Esta es una crisis política y de liderazgo continua», dijo Thurber. «Todavía no es una crisis constitucional».

Sabato coincidió. «No sabemos siquiera quien es el autor del editorial y eso es esencial para evaluarlo apropiadamente».

  • ¿Cómo afectará esto a la presidencia de Trump? –

Es poco probable que el editorial anónimo precipite la destitución de Trump, pero nadie lo ve como una buena señal. Mientras que el ensayo y el libro de Woodward provocaron un colapso en la Casa Blanca, con el propio Trump preguntándose si el artículo de opinión sin firmar podría ser una «traición» y exigiendo desenmascarar al autor, los colaboradores más cercanos del presidente salieron al tinglado.

Más de una docena de altos funcionarios del gobierno negaron ser autores del ensayo.

«Esto tendrá poco impacto en Trump, pero seguirá socavando la confianza en su presidencia aquí en Estados Unidos y en el mundo», dijo Thurber, quien cree que el Artículo 25 no se utilizará en contra del gobernante.

Sabato señaló la naturaleza engorrosa de ese proceso, que requiere una notificación al Congreso explicando por qué el gabinete ve al presidente como no apto para gobernar, y un voto de dos tercios de ambas cámaras, para derrocar al mandatario y reemplazarlo por el vicepresidente.

John Hudak, un experto del Brookings Institution y un think Tank de Washington, calificó el proceso como «más difícil que la destitución».

AFP