Por Robert Valezuela: Es curioso que uno de los más grandes tribunos dominicanos sea un desconocido, a pesar de que su nombre se ha manoseado tanto. El vicepresidente de la Junta Directiva de la Academia de la Historia, Adriano Miguel Tejada, inició la sesión explicando que a pesar de su protagonismo para la llegada al poder del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, Rafael Estrella Ureña es una figura desconocida. Esa es la importancia de la biografía titulada “La Agitada vida de Rafael Estrella Ureña”, autoría del destacado profesor universitario Rafael Darío Herrera.
A las nueve de la noche, al final de la sesión de puesta en circulación del libro, varios historiadores hablaban con don Adriano sobre que los políticos e intelectuales subestimaron a Trujillo. “Pensaban que iban a engañar a ese guardia bruto, pero (les salió el tiro por la culata) fue Trujillo el que los manipuló a todos, fue más inteligente que los intelectuales”, señalaba uno de los historiadores.
Se tocaba el tema porque el gran caudillo, el líder de la Alianza Nacional Progresista (lideró el Partido Horacista y Los Coludos), el presidente Horacio Vásquez, aupó a Trujillo, lo consideraba como un hijo, hasta llevarlo a jefe del Ejército. Pero Trujillo le dio un golpe de Estado: lo destruyó políticamente y lo envenenó con arsénico.
Para el golpe de Estado, del 23 de febrero de 1930, Trujillo se alió a las dos principales figuras políticas de ese momento. Uno era una leyenda de la montonera: el principal caudillo militar dominicano, el senador de Montecristi, Desiderio Arias, líder del Partido Liberal. El otro fue uno de los más grandes intelectuales, un fenómeno de popularidad, fundamentalmente en Santiago de los Caballeros, Rafael Estrella Ureña, líder del Partido Republicano.
Los amarraron en palos
Después que los tres (Trujillo, Arias, Ureña), con los métodos más espurios, desalojaron del poder a Vásquez, Estrella Ureña asume la Presidencia de la República de forma interina. “Organizaron” las elecciones más sangrientas de la historia, según el historiador Darío Herrera, oriundo de Mao y autor de la obra puesta en circulación. “Fue funesto, fue algo sangriento, mucha sangre: nunca se había visto una campaña electoral realizada por el Ejército. Mataron mucha gente en todos los pueblos. En mi pueblo, Mao, amarraron en palos a los seguidores de Federico Velásquez” (y les daban pelas), explica Herrera. Velásquez era el líder del Partido Progresista.
Trujillo fue “electo” Presidente, Rafael Estrella vicepresidente y Arias senador.
Entonces, Trujillo ordenó que Arias fuera decapitado: después de un desigual enfrentamiento con la guardia trujillista en una loma de Gurabo, en Mao, el 21 de junio de 1931, cayó herido, una bala le atravesó la espina dorsal. Mientras yacía caído, el teniente Ludovino Fernández, famoso por su salvajismo, le cercenó la cabeza de un machetazo. En la noche le llevaron a Trujillo la cabeza del legendario guerrillero en un macuto a un baile en Mao. Le fue entregada como un trofeo. Él se mostró disgustado y ordenó que la juntaran a su cuerpo, según un relato del Diario Libre.
Se metió en miedo
Darío Herrera explica que al ver Ureña el poder, la perversidad de que era capaz Trujillo, se metió en miedo y se exilió. Pero negoció su regreso al país. Entonces, dice Herrera que Trujillo lo sometió a las más grandes humillaciones a que se pueda someter una persona. Lo acusó de matar un dirigente político en Santiago, lo pasearon esposado por las calles de la ciudad. Después lo obligó a que se juramente en el trujillista Partido Dominicano.
Por el hostigamiento y las torturas, Estrella se enfermó: tenía apendicitis. “Hay evidencias que Trujillo lo mató con arsénico: el historiador Emilio Cordero Michel afirma que tiene informaciones fehacientes sobre ese hecho. En su lecho de muerte gritaba que le estaban inyectando veneno por la sangre. Es casi seguro que Trujillo lo haya envenenado con arsénico, como lo hizo con Horacio Vásquez”, indica Herrera.
La presentación y los comentarios sobre el libro “La Agitada vida de Estrella Ureña” estuvieron a cargo de la joven historiadora Quisqueya Lora. Este conspicuo orador tuvo una vida de triunfos y fracasos, pero para saber más de él es importante que lean el libro.