Las vacaciones que Chloe Sullivan y su pareja Michael Parrott realizaron desde Inglaterra hasta República Dominicana antes de que naciera su bebé, se convirtieron en una auténtica pesadilla que terminó con el recién nacido muerto y la pareja secuestrada en el hospital por no poder pagar la deuda.

Chloe comenzó a sentir dolores de parto la noche del sábado 13 de octubre, por lo que la pareja y la hija de cuatro años de ella, acudieron al hospital Grupo Médico Internacional en Punta Cana, donde le fue practicada una cesárea de emergencia el domingo 14.



El bebé, a quien llamaron Arlo, fue llevado de inmediato a la sala de neonatología.

Fue hasta las primeras horas del 15 de octubre que la pareja fue informada del estado de salud de su bebé: el recién nacido sufría problemas respiratorios y una condición que afecta a algunos bebés conocida como hipertensión pulmonar persistente (PPHN, por sus siglas en inglés).



La PPHN también se conoce como circulación fetal persistente y ocurre generalmente en bebés que han tenido un parto difícil o asfixia durante el nacimiento.

Mientras el bebé se encuentra en el vientre materno, sus pulmones funcionan de manera distinta a cuando se pone en contacto con la atmósfera, ya fuera del útero.

La hipertensión pulmonar persistente se da cuando los pulmones del bebé no adquieren las condiciones necesarias para realizar el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono que le permitirá respirar fuera del vientre.

La circulación de sangre del bebé entonces vuelve a ser fetal, lo que implica que su organismo transporta la mayor parte de la sangre fuera de los pulmones mientras la presión de estos órganos permanece alta.

Los bebés con PPHN presentan niveles bajos de oxígeno en la sangre, lo que puede dañar a otros órganos que no reciben el oxígeno necesario para funcionar adecuadamente.

Los médicos entonces deben suministrar oxígeno al bebé a través de un tubo endotraqueal, un respirador mecánico artificial y medicamentos para relajar los músculos del menor.

En el caso de Arlo, los esfuerzos médicos fueron insuficientes y el recién nacido murió debido a esta condición que afecta a uno de cada 1,250 bebés.

Sus padres prácticamente fueron secuestrados en el hospital, donde sus pasaportes fueron recogidos, hasta que pudieron pagar la cuenta de $20,991.12 gracias a una página de GoFundMe.

De acuerdo con lo que se relata ahí, los padres querían llevar el cuerpo de Arlo con ellos a Reino Unido, pero el hospital amenazó con deshacerse del cadáver si no pagaban $3,650. Gracias a la generosidad de los donadores, la familia completa pudo regresar a casa.

Con información de Stanford’s Children Health