En nuestros hogares usamos detectores de humo para alertarnos de incendios. El tablero de nuestro automóvil tiene luces para indicar un mal funcionamiento. Seríamos tontos si ignoráramos sus advertencias. De la misma manera, los pasajes de la Biblia nos advierten acerca de las terribles consecuencias de rechazar la provisión de un Salvador.

La Biblia nos dice cómo reconciliarnos con Dios para poder pasar la eternidad con Él. Necesitamos entender y aceptar las siguientes verdades:



El pecado nos separa de Dios (Ro 3.23; Col 1.19-22). Por la desobediencia de Adán y Eva, todos nacemos con una naturaleza alejada del Señor. Su justicia requiere que paguemos por nuestras transgresiones.



Dios envió a su Hijo Jesucristo para pagar por nosotros (1 Co 15.3). Solo la muerte de uno que fuera perfecto satisfaría el juicio justo del Padre. Cristo nunca pecó, lo cual lo calificó para ser nuestro sustituto. Él tomó voluntariamente nuestro lugar y murió en la cruz para pagar nuestro castigo. Dios aceptó su muerte en lugar de la nuestra, y nos declaró justos ante sus ojos (Ro 3.22).

La salvación es un regalo que se recibe por la fe en Cristo (Ef 2.8, 9). Nuestras buenas obras no satisfarán la justicia divina ni pagarán por nuestras transgresiones. No son lo que Dios requiere para el perdón o la adopción en su familia. La fe en Cristo es el único camino hacia el Padre (Jn 14.6). Cuando aceptamos a Cristo como Salvador y Señor, el cielo se convierte en nuestro destino eterno.

Dios quiere que usted viva para siempre con Él. Si todavía no ha asegurado su destino eterno, hágalo ahora mismo.

Fuente encontacto.org