Científicos británicos anunciaron haber creado una placenta artificial en una fase muy precoz, que podría servir de modelo experimental para comprender por qué algunas mujeres sufren complicaciones durante el embarazo o hasta interrupciones.

Cuando la placenta no funciona debidamente, «puede provocar graves problemas, como la preeclampsia o un aborto espontáneo (…) Pero nuestro conocimiento de este órgano importante es muy limitado», explicó en un comunicado Margherita Turco, autora principal del estudio, publicado en la revista científica Nature.



Normalmente, la investigación médica experimenta primero con animales el potencial y la fiabilidad de los nuevos tratamientos destinados al hombre. Pero «la placenta humana es muy diferente a la del resto de especies», subrayó en rueda de prensa Ashley Moffett, profesora del departamento de patología de la Universidad de Cambridge, que trabaja desde hace más de 30 años en el cultivo de células placentarias.



Su equipo logró aislar y cultivar células trofoblastas, que se forman únicamente unos días después de la fecundación para convertirse luego en la placenta y el cordón umbilical.

Los científicos crearon así lo que denominaron «miniplacentas», que reproducen in vitro el funcionamiento de las reales y segregan las hormonas y las proteínas que modifican el metabolismo de las mujeres durante el embarazo.

Esperan que este modelo permita estudiar mejor las anomalías en el desarrollo de la placenta, que pueden impedir al embrión implantarse correctamente o provocar problemas durante el embarazo.

Según la Organización Mundial de la Salud, unas 47.000 mujeres murieron en 2015 en el mundo debido a la preeclampsia, caracterizada por una hipertensión arterial alta, asociada a una excesiva presencia de proteínas en la orina.

La placenta artificial también podría arrojar luz sobre cómo los medicamentos que toma la madre afectan a la placenta y por qué algunas infecciones franquean esta barrera natural –como el virus del zika–, y otros no, como el dengue, no obstante parecido.

El año pasado, el mismo equipo de Cambridge logró reconstituir en cultivo mucosas uterinas, el tejido que recubre la pared interna del útero y en el que se implanta la placenta durante el embarazo.