Mientras prevalecían grandes tensiones sociales y políticas, debido a la represión y a las confrontaciones que se saldaban con asesinatos, apresamientos, asaltos y secuestros, que signaron los “doce años de Balaguer”, en la parte alta de Santo Domingo y en otras áreas de la ciudad florecían prostíbulos en los que se hacía la bohemia.
En esos tiempos predominaban famosos burdeles, entre ellos Herminia, el más emblemático, que comenzó operando como Night club Borinquen, pero que la gente comenzó a llamar por el nombre de su dueña, “una mujer bajita, un poco gorda, de ojos galanos, que se ocupaba de la caja”, y que según se decía era protegida por militares encumbrados.
En El diamante y donde Herminia se presentaban Johnny Ventura, Félix del Rosario… Los mejores artistas. Era incluso un negocio de interés turístico, que se promocionaba en la contraportada de la revista “El bohío”, dirigida por Luis Augusto Caminero, reveló un habitué.
“Militares de la Fuerza Aérea eran los que dominaban los cabarés… Eran los clientes fuertes. Aquí no había un guardia que no hiciera vida de cabaret. Había artistas que iban mucho donde Nancy y donde El Gordo (Frank)”, evocó el testigo.
En la época del legendario líder reformista se expandieron los negocios de prostitución señala la nota publicada en el Diario Libre.
Nancy, más joven que Herminia, entró al ruedo antecedida de una gran fama labrada en el Cibao, y abrió su burdel en la parte alta. También tenían vigencia otros lupanares como El Tronco, de un señor de Santiago, llamado El Gordo.
Igualmente, la competencia de Herminia gozaba de la protección del poder, de acuerdo a lo revelado por el periodista Antonio Espinal, quien fue víctima de un ataque por escribir sobre los prostíbulos, pues el socio de la mujer era un coronel de la policía, quien le proveía servicios de seguridad al negocio.