Dios todos los días está haciendo cosas nuevas en nuestra vida, pero a veces estamos tan afanados que no nos damos cuenta de lo que está sucediendo, lo cual es maravilloso e indescriptible.

Si estuviésemos tranquilos nos daríamos cuenta de que no vale la pena preocuparse, porque Él está obrando. Pero es tanta la impaciencia y tanto el afán que nos envolvemos en ese sistema, el cual es desesperante.



Y por estar en esa condición hacemos cosas fuera del diseño de Dios, que nos hacen cada vez más independientes. Entonces, sucede que lo que hacemos no es guiado por Dios sino por nosotros mismos, ya que nos olvidamos de Él.

Las cosas no suceden cuándo queramos y cómo queramos; estas acontecen en el tiempo de Dios. Por esta razón Él está trabajando silenciosamente para lograr un resultado final glorioso. Descansemos y aprendamos a confiar en Dios, porque todo lo que hace es lo mejor.