Todos le hemos hecho peticiones imprudentes a Dios, y ahora nos alegramos de que no nos las haya concedido. Pero esto se olvida con facilidad cuando nos niega algo que pensamos que es bueno. Con tantas promesas bíblicas de que el Señor concederá las peticiones de nuestro corazón, ¿por qué Dios a veces dice que no? Según la Biblia, existen varias razones posibles:

Que Dios lo haya prohibido. Dios no contradice su Palabra ni su voluntad, así que orar por algo que ha prohibido en la Biblia es inútil. Por la desobediencia de Moisés, Dios le negó la entrada a la tierra prometida, aunque este le pidió que lo reconsiderara (Dt 1.37; 3.23-28).



Que sea para nuestra protección. Debido a las revelaciones divinas que recibió el apóstol Pablo, Dios le dio un “aguijón en la carne”, con el fin de que se mantuviera humilde.

Que Dios tenga una meta más importante para nosotros. El poder de Cristo se manifestó en la debilidad causada por el aguijón del apóstol Pablo. El reconocer la importancia de su sufrimiento, le permitió a Pablo valorar su debilidad.



Que El Señor tenga algo mejor para nosotros. Cristo no sanó a Lázaro de inmediato. María y Marta todavía no podían entender que Él iba a hacer algo mejor: resucitar a Lázaro para glorificar a Dios (Jn 11.1-44).

Que nuestras razones no sean correctas. Santiago dice que una de las causas por las que no recibimos lo que pedimos, es porque pedimos por razones egoístas, y no de acuerdo con la voluntad de Dios (Stg 4.3).

Muchas veces no entendemos el bien que Dios hace al no darnos lo que deseamos. Pero estos ejemplos nos permiten saber que podemos confiar en Él.