Ni haber sido el tercer jugador más votado de su conferencia, ni ser el que más triples-dobles firma como adolescente desde LeBron James, ni tampoco haber impactado la competición con su talento y canastas imposibles: a sus 19 años, el esloveno Luka Doncic tendrá que esperar para estrenarse en el Juego de las Estrellas de la NBA.
El europeo, criado en el Real Madrid, podrá conformarse esta temporada con participar el viernes en el partido de los talentos emergentes, que enfrenta a jugadores estadounidenses e internacionales de primer y segundo año, así como con el concurso de habilidades del sábado.
A pesar de ello, Doncic no ocultó su decepción por no poder emular a otras leyendas que sí lo jugaron como «rookies», como Michael Jordan, Patrick Ewing, Shaquille O’Neal o Tim Duncan.
«Quería ir y me decepcionó mucho cuando me dijeron que no iba a estar», dijo en una entrevista a la prensa española.
«Pero lo importante es que la gente votó por mí. Me impresionó y eso es lo que más me importa. Tal vez el próximo año esté», valoró.
El escolta de los Dallas Mavericks, novato del mes de octubre-noviembre, diciembre y enero en la Conferencia Oeste, domina en la NBA de la misma forma que lo hacía en el Viejo Continente a pesar de su edad.
No en vano, tras dos tercios de campaña, es el timonel de la franquicia texana, con 20,7 puntos, 7,2 rebotes y 5,6 asistencias en algo más de 32 minutos de juego. Palabras mayores.
Su calidad y su carisma han hecho que los Mavericks no se lo piensen y comiencen a reconstruir a su alrededor desde su primer año.
Y es que antes del cierre del mercado de fichajes, adquirieron al letón Kristaps Porzingis procedente de los New York Knicks para crear un tándem como el que formaron el alemán Dirk Nowitzki y el canadiense Steve Nash, y «que dure las próximas dos décadas», según el propietario del equipo Mark Cuban.
«Doncic me recuerda a LeBron James en la manera en la que es capaz de encontrar a los lanzadores en las esquinas y en su forma de completar pases cuando está rodeado», lo elogió recientemente Dwyane Wade.
«Hay pocos jugadores capaces de hacer eso correctamente. Está haciendo un trabajo fantástico», agregó.
– Lo nunca visto –
Doncic, elegido en el tercer puesto del draft por los Atlanta Hawks y traspasado inmediatamente a Dallas, sembraba dudas entre los ojeadores y las franquicias antes de aterrizar en la NBA.
Su físico aún por desarrollar y su atleticismo opacaron a su talento y a su inteligencia dentro de la pista, creando disparidad de opiniones entre evaluadores y prensa.
Doncic aterrizó en la liga estadounidense luego de criarse en las categorías inferiores del Real Madrid, convirtiéndose el 30 de abril de 2015 en el debutante más joven del conjunto blanco y en el tercero más precoz de la historia de la competición con solo 16 años y dos meses.
Ese día, contra Unicaja, dejó claro que su destino estaba en el Olimpo del básquetbol: ingresó con algo más de un minuto por jugar y, a los pocos segundos, enchufó un triple desde la esquina. En su primera acción, gritó presente. Desde el primer día chilló que era especial.
A partir de ahí, en tres campañas, fue decisivo y engrosó su palmarés con una Copa de Europa, una Intercontinental, tres ligas, dos Copas del Rey, un histórico Eurobasket y se despidió con el premio al MVP de la Euroliga. Un éxito sin parangón a tan temprana edad.
«Siempre digo que echo de menos a toda la gente del Madrid (…) Todos se han comportado increíble conmigo así que cuando acabe esto (su carrera en la NBA) seguramente vuelva al Madrid», comentó el esloveno a los medios españoles en diciembre.
Cualquier atisbo de escepticismo en Estados Unidos quedó disipado la primera vez que pisó allí la pista. Desde entonces, Doncic suma gesta tras gesta para quitarse de encima los prejuicios que aún acompañan a los jugadores europeos.
El domingo no estará en el All-Star pero el esloveno ya es una estrella de la liga hasta el punto de tener su propio himno: «Halleluka, una oda a Luka Doncic».
Mientras los aficionados le veneran, él luchará por seguir ganando. Primero, el partido del viernes. Luego, el concurso de habilidades del sábado. ¿Después? El cielo. Y es que si algo ha demostrado a lo largo de su (corta) carrera, es que no conoce límites.