Alabada por haber traído un soplo de aire fresco a la familia real británica, Meghan, la esposa del príncipe Enrique, pondrá a prueba los límites del cambio en esta venerable institución con el próximo nacimiento de su primer bebé.
Moderna, feminista y ecologista, la exactriz californiana de 37 años ha desempolvado un poco las costumbres de la casa de Windsor desde su boda con el nieto de la reina Isabel II en mayo de 2018.
Pero el último año demostró también hasta qué punto puede ser complicado para la duquesa de Sussex lograr que sus intereses coincidan con los de la familia real, símbolo de estabilidad y tradición.
Meghan ya provocó un alud de críticas a raíz de un lujoso viaje realizado en febrero a Nueva York para celebrar una fiesta con sus amigos en que recibió regalos con motivo del próximo nacimiento.
El coste de esta «baby shower» fue de 300.000 libras (400.000 dólares, 350.000 euros), según los medios británicos.
«La regla número uno es no desplegar su riqueza ante las narices de los británicos», dijo entonces el periodista Piers Morgan.
– La «duquesa de Exceso» –
El palacio de Buckingham pagó los platos rotos de este pequeño escándalo cuando, de forma un poco torpe, tuiteó poco después que «73% de las familias más pobres no pueden siempre alimentar a sus hijos durante las vacaciones escolares».
Esto bastó para desatar el azote de las redes sociales: «¿Podrían pedirle a la duquesa de Exceso (un juego de palabras con el título de Meghan, duquesa de Sussex, ndlr) que contribuya con parte de su asignación para ropa?», lanzó un internauta identificado como «OK».
Un portavoz de la familia real también tuvo que hacer un inusual desmentido después de que la revista Vanity Fair afirmase que Meghan quiere darle a su hijo o hija una educación basada en la neutralidad de género.
A esto se suman las relaciones un poco complicadas con la reina Isabel, quien no apreció que Meghan le pidiese prestada una tiara de la colección real para su boda.
«Tendrá la tiara que yo le dé», habría dicho la reina a Enrique, según el Daily Mail.
Isabel II habría incluso informado al príncipe Guillermo, hermano de Enrique, de su decisión de prohibir a Meghan que lleve joyas de esa famosa colección, según The Sun.
Algo que podría tensar aún más las relaciones entre las dos jóvenes parejas: según la prensa especializada en la familia real Meghan y Catalina, su cuñada mucho más tradicional, mantienen relaciones complicada.
– Un parto natural –
A diferencia de Catalina, Meghan habría decidido no dar a luz en la privada y elegante ala «Lindo» del hospital St Mary de Londres, y privilegiaría un lugar más «íntimo», afirma The Sun.
«Quiere simplemente un parto normal y natural para entablar el vínculo con su bebé, sin que la arreglen y la peinen de la cabeza a los pies para las fotos» a la salida de la maternidad, según una fuente citada por el diario.
Meghan y Enrique criarán a su bebé en Frogmore Cottage, en los terrenos del castillo de Windsor, a unos 30 km al oeste de Londres. Este edificio histórico del siglo XIX fue objeto de una renovación que costó 3 millones de libras (4 millones de dólares, 3,5 millones de euros).
Para la decoración de la habitación del pequeño, la californiana quiere utilizar una pintura vegana mezclada con aceite de eucaliptus, según el Daily Mail.
La duquesa, partidaria de los tratamientos holísticos, fue vista recientemente en una tienda que vende tratamientos homeopáticos para las embarazadas, según este diario.
Y habría convencido a Enrique de comer menos carne participando en su régimen vegetariano durante la semana. Unas elecciones que parecen reflejar la influencia de su madre, Doria Ragland, que ella misma define como una profesora de yoga inconformista.