Montreal, Canadá. Tutankamón ascendió al poder después de que dos de sus hermanas ocuparan juntas el trono, según las conclusiones inéditas de una investigación llevada a cabo por una egiptóloga de una universidad canadiense.
Los especialistas sabían que en el siglo XIV antes de Cristo, una reina faraón había precedido a Tutankamón en el trono, explica a la AFP Valérie Angenot, egiptóloga e historiadora de arte de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM).
Algunos pensaban que se trataba Nefertiti, esposa de Akenatón, autoproclamada «rey» tras la muerte de su esposo, mientras otros consideraban que se trataba de la hija mayor de Akenatón, la princesa Meritatón.
«Hasta ahora, el recurso a la documentación iconógrafica se hacía más bien de forma intuitiva», señala Angenot.
La profesora llevó a cabo un análisis basado en la semiótica (el estudio de los signos) que, según ella, reveló que las dos hijas de Akenatón asumieron el poder juntas porque su hermano Tutankamón, que entonces tenía 4 ó 5 años, era demasiado joven para reinar.
Akenatón, que se había casado con su hija mayor Meritatón para enseñarle a reinar, habría vinculado al poder a otra de sus hijas, Neferneferuaton Tasherit, y habrían asumido juntas el poder bajo el nombre de la corona común de Ankhkheperure, según Angenot.
El estudio de algunas piezas del tesoro de Tutankamón, descubierto en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter, ya había revelado que el niño rey había usurpado buena parte del material funerario de la reina faraón Neferneferuaton Ankhkheperure.
– «Princesas convertidas en faraones» –
La historiadora analizó además una figura expuesta en el museo egipcio de Berlín que representa a dos personajes sentados en un trono, uno de los cuales está acariciando el mentón del otro.
«Se han planteado todo tipo de hipótesis sobre el tema: si representa a Akenatón homosexual, a Akenatón con su padre, o a Akenatón y Nefertiti», explica, «y yo me di cuenta de que este gesto de acariciar el mentón era propio de las princesas, en el 100% de los casos».
La experta estudió también varias esculturas de cabezas reales que hasta entonces estaban atribuidas a Akenatón, Nefertiti o a Tutankamón.
«Como el arte egipcio funciona sobre sistemas de proporciones, he efectuado comparaciones de estas estatuas con las estatuas reconocidas de princesas y corresponden completamente, he podido demostrar que algunas cabezas reales eran de hecho cabezas de princesas que se convirtieron en faraones», explica.
Angenot presentó recientemente sus conclusiones en un encuentro de egiptólogos en Virginia, en Estados Unidos.
«La egiptología es una disciplina muy conservadora, pero mi idea ha sido sorprendentemente bien recibida, a excepción de dos colegas que se han opuesto vehementemente», señaló.
«Creo que puede hacer avanzar nuestra comprensión de cuestiones de sucesión en el Antiguo Egipto pero, sobre todo, nuestro conocimiento sobre el fascinante periodo amarniense que vio nacer el primer monoteísmo», objeto de ásperos debates desde hace siglos, agrega.