En Ecuador existen 214.862 personas con algún grado de discapacidad física, según el registro del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (CONADIS).
Este organismo define a la discapacidad física como la que tienen «personas que no puedan utilizar, ni mover sus extremidades superiores, inferiores o, inclusive, todo el cuerpo».
Viendo esa realidad, los ingenieros mecánicos Sebastián Arroyo y Kléber Castro, junto a sus amigos Gabriel Vaca y Esteban Arroyo, un grupo de jóvenes de la ciudad de Ibarra, en la provincia de Imbabura, al norte de Ecuador, decidieron dar su aporte para ayudar, particularmente, a las personas con discapacidad en las extremidades superiores.
Con ese objetivo crearon la Fundación Hero Ecuador. «Ahí, implementamos la tecnología de impresión 3D, modelado por computador, escáner 3D para fabricar estos dispositivos y empezamos a hacer actividades para cofinanciar el costo de la fabricación, materiales y temas de logística en sí», dijo Sebastián Arroyo, en entrevista con RT.
Mani
«Nuestros sueños locos eran hacer brazos biónicos, pero con la capacidad tecnológica del país, los recursos y nuestra propia capacidad adquisitiva para comprar lo que se requiere es complicado», precisó Vaca, y comentó que Arroyo «desarrolló un brazo que está súper bien hecho, pero en términos de producción es costosísimo».
Tras realizar las primeras órtesis y prótesis, los jóvenes notaron que necesitaban ofrecer «algo mucho más económico» y, además, mucho «más funcional», detalló Arroyo. El problema era que los dispositivos que estaban fabricando necesitaban del movimiento en alguna extremidad, es decir, una muñeca o un codo, para poder funcionar.
Entonces, crearon Mani, un brazalete magnético que se puede adaptar a cualquier nivel de discapacidad en las extremidades superiores.
La órtesis Mani tiene dos partes. De un lado, cuenta con una pequeña base circular con seis imanes de neodimio, «lo suficientemente fuertes para sujetar una cuchara grande con comida e, incluso, un teléfono celular, al que se le adhiere una placa metálica», explicó Arroyo.
Del otro lado, está una pinza «en donde se puede colocar un lápiz, un esfero (bolígrafo) y se puede dibujar y escribir», contó el entrevistado.
Estas dos partes están sobre una tela, actualmente de gabardina, que buscan cambiar por neopreno o un material elástico de alta duración e hipoalergénico, que se adhiere a la extremidad con velcro. Para usar el dispositivo «se necesita solo una proporción de la extremidad», dijo por su parte Vaca.
Es una solución bastante sencilla, universal y práctica», continuó el joven, quien señaló que trabajan para hacer la órtesis sin velcro, con un material más fácil de colocar y que la persona que lo va a necesitar evite la mayor dependencia de otros para usarlo.
El dispositivo, que en promedio pesa unos 50 gramos, puede soportar hasta unos 300 gramos. «Hemos probado con teléfonos grandes y no se desprenden de los imanes», explicó Arroyo.
Fácil adaptación
«Al ser un dispositivo tan sencillo, no hace falta entrenamiento ni mayor explicación para su uso, porque la utilización es intuitiva», dijo el joven ingeniero, quien resalta que han visto «resultados positivos en el cambio de la vida de las personas».
De acuerdo a los inventores de Mani, el brazalete lo pueden usar niños de 4 años en adelante. Su fuerte son menores en edad escolar, pero también han ayudado a personas adultas.
Cuenta que tuvieron un caso de un hombre que perdió toda su extremidad superior derecha y gran parte de la izquierda. «En el momento en que le pusimos el brazalete, en ese mismo instante, pudo volver a escribir», contó Arroyo, quien señaló que luego es cuestión de práctica para mejorar el uso.
Para escribir, es necesario que otra persona introduzca el lápiz o el bolígrafo. Sin embargo, Vaca y Arroyo mencionaron que los niños que han usado el Mani tienen la habilidad de hacerlo solos: toman con la boca el esfero y lo introducen en la pinza o lo ponen sobre una superficie plana y presionan con la pinza para insertarlo.
Brazalete personalizado
El Mani no lo producen en masa, es una solución personalizada. «Necesitamos la medida del muñón o de la extremidad faltante para dimensionar el dispositivo, fabricarlo y entregarlo», dijo Arroyo. Así, explicó que, por ejemplo, «hay niños de 9 años a los que su muñón les mide alrededor de unos 22 centímetros de perímetro y hay otros de 7 años, solo dos años de diferencia, que su muñón mide cinco centímetros de perímetro».
Vaca mencionó que el objetivo de la Fundación Hero con Mani es que «otras personas en el mundo puedan acceder e imprimir el dispositivo en su casa o donde tengan acceso a la tecnología de impresión 3D, que está bastante globalizada».
Estos jóvenes de la Fundación Hero participaron en la edición 2018 del concurso ‘Una idea para cambiar la historia’ de History Channel, en el que consiguieron el tercer lugar y recibieron un premio de 20.000 dólares.