La percepción del tiempo se refiere a la experiencia subjetiva de una persona del paso del tiempo, o la duración percibida de los eventos, la cual puede diferir significativamente entre diferentes individuos o circunstancias.
Aunque el tiempo físico parece ser más o menos objetivo, el tiempo psicológico es subjetivo y potencialmente maleable, ejemplificado por populares frases como “el tiempo vuela cuando te estás divirtiendo” o “una olla vigilada nunca hierve”.
Percepción diferenciada
No percibimos el tiempo en sí mismo, sino los cambios en el tiempo o el paso del tiempo, lo que podría describirse como “eventos en el tiempo”. En particular, somos conscientes de las relaciones temporales entre los eventos y percibimos que son simultáneos o sucesivos, y adicionalmente, tenemos una percepción de la secuencia o el orden de estos eventos.
Aunque los psicólogos creen que hay un sistema neurológico que gobierna la percepción del tiempo, no parece estar asociado con vías sensoriales específicas, sino que utiliza un sistema altamente distribuido en el cerebro.
Por lo tanto, la percepción del tiempo difiere de nuestros otros sentidos, ya que el tiempo no puede ser percibido directamente y, por lo tanto, debe ser “reconstruido” de alguna manera por el cerebro.
Los neurotransmisores como la dopamina y la adrenalina están implicados integralmente en nuestra percepción del tiempo, aunque el mecanismo exacto aún no se conoce bien.
El cerebro humano parece poseer algún tipo de “reloj interno”, distinto del reloj biológico o circadiano, que está vinculado a niveles específicos de dopamina, o posiblemente incluso a varios relojes diferentes que trabajan juntos pero de forma independiente, cada uno de los cuales puede dictar nuestra percepción del tiempo dependiendo del contexto.
Investigaciones han encontrado que un conjunto de neuronas que liberan el neurotransmisor dopamina, químico importante involucrado en el sentimiento de recompensa, afecta la forma en que el cerebro percibe el tiempo.
Cuando te estás divirtiendo, estas células son más activas, liberan mucha dopamina y tu cerebro juzga que ha pasado menos tiempo del que realmente ha pasado. Cuando no te estás divirtiendo, estas células no liberan tanta dopamina y la velocidad con la que pasa el tiempo parece disminuir.
Otros factores
Hasta cierto punto, la percepción del tiempo está asociada con otros procesos cognitivos, como la atención. Medir la duración de un evento requiere una cierta cantidad de atención, y los eventos novedosos parecen tomar más tiempo que los eventos familiares porque se les presta más atención.
Por ejemplo, en pruebas psicológicas, si la misma imagen se muestra una y otra vez, entremezclada de vez en cuando con una imagen diferente, el observador percibe que la imagen diferente permanece en la pantalla durante más tiempo, incluso si todas las imágenes realmente aparecen para la misma cantidad de tiempo. La diferencia surge del grado de atención prestado a las imágenes.
La percepción de la duración del tiempo también está relacionada de manera crucial con la memoria. Es esencialmente nuestra memoria de un evento lo que nos permite formar una percepción de su duración.
Nuestro sentido del tiempo parece haberse originado como un producto de la evolución humana, y no es un proceso puramente automático o innato, sino una actividad compleja que desarrollamos y aprendemos activamente a medida que crecemos.
Los seres humanos somos, al menos hasta donde se sabe, los únicos animales conscientes del paso del tiempo, de nuestra propia impermanencia y mortalidad, y de tener una conciencia del pasado que es algo más que el instinto puro y el condicionamiento conductual.
Referencia: Midbrain dopamine neurons control judgment of time. Science 2016. https://doi.org/10.1126/science.aah5234