La conciencia es el primer sistema de alarma que Dios usa para alertarnos de un peligro potencial. Ella monitorea nuestras emociones, pensamientos y conducta.

Piense en la conciencia como un sistema de radar que nos notifica de posibles dificultades, por lo general sin identificar de manera precisa el problema. Los principios y las normas que tenemos determinan la sensibilidad de nuestra conciencia. Por ejemplo, si creemos que mentir está mal, sonará una alarma cuando comencemos a distorsionar la verdad. Pero si creemos que las mentiras son justificables, guardará silencio.



Cuando la conciencia está programada con la verdad de la Palabra de Dios, detecta desviaciones de las normas del Señor, y envía una advertencia. El Espíritu Santo utiliza esa señal para llamar nuestra atención. Al revelar cuál es el problema, nos da entendimiento al respecto, y nos muestra las decisiones que debemos tomar. Puede guiarnos hacia amigos, a versículos bíblicos pertinentes al problema, y a otros recursos que puedan arrojar luz sobre nuestra situación y señalar las implicaciones de una decisión equivocada.

Ignorar nuestra alarma interna puede traer serias consecuencias. Adán y Eva sabían lo que Dios esperaba (Gn 2.15-17). Sin embargo, cuando fueron tentados, ignoraron su conciencia y pecaron contra Él.



Cuando su conciencia suena la alarma, ¿se detiene o continúa en el mismo camino? Ignorar una y otra vez su sistema interno de advertencia puede disminuir su efectividad para alejarle de problemas. Pídale a Dios que le ayude a programar su alarma interna con su verdad y agudizar su capacidad para escucharla.

Fuente Encontacto.org